domingo, 26 de mayo de 2013

¿Aznar vuelve o devuelve?


 JUAN JOSÉ MILLÁS 26 MAY 2013 El País

Se puede salir de la nada y llegar a la más profunda de las miserias. Pero no sabemos cómo se da el salto de referente a desreferente.


Sabemos por Groucho Marx que se puede salir de la nada y llegar, a base de trabajar y trabajar, a la más profunda de las miserias. Pero no tenemos ni idea de cómo se da el salto de referente a desreferente. A lo mejor no se da una vez, sino a plazos, como en las carreras de obstáculos. Empieza uno disfrazándose de Cid Campeador y acaba con los pies encima de la mesa, imitando a Bush en una escena digna de Zelig, la película de Woody Allen en la que el protagonista, un tipo inseguro, se transforma literalmente en la persona que tiene al lado para pasar inadvertido. Lo que parecía sin embargo una solución a su complejo de inferioridad, multiplica el problema, ya que, en vez de confundirse con el paisaje, acaba destacando en él más que una gota de semen en una sotana.

Significa que cuando Aznar se disfraza de Cid Campeador en medio de Castilla, dejas de ver Castilla, por mucho lugar que ocupe en la foto o en la historia, pues todas tus energías mentales se desvían hacia el camaleón. No puedes dejar de observar a ese Cid de mirada mezquina, que parece sacado de una tienda de chinos, como no puedes dejar de mirar, en un terrario, al saurópsido escamoso que cambia su color natural, si lo tiene, por el del ambiente en el que se encuentra.

¿Creen ustedes que alguien obligó a Aznar a colocarse el yelmo de Rodrigo Díaz, que le cae como a un Cristo dos pistolas? ¿Creen que recibió órdenes de poner los pies sobre la mesa con ese gesto de borrachín que en un exalcohólico yanqui, con las neuronas destrozadas, podría pasar como idiosincrásico, signifique lo que signifique idiosincrásico, pero que produce lástima en un dirigente de la vieja Europa? ¿Creen que alguien le puso una pistola en el pecho para aparecer en la fotografía de las Azores con ese rizo de superhéroe, cuando lo que se estaba fraguando era un asunto de villanos, una historia de criminales natos que ha provocado más de cien mil muertos entre la población civil de Irak? ¿Creen que alguien sugirió al expresidente que hiciera la peineta en la universidad de Oviedo para adaptarse al supuesto desenfado de una atmósfera estudiantil? ¿Creen que montó sin darse cuenta, por mero amor paterno-filial, esa boda esperpéntica, llena de gánsteres, sobre la que dentro de un siglo se continuarán escribiendo sainetes? ¿Creen que un asesor de imagen le aconsejó la utilización del acento tejano en aquella histórica rueda de prensa posterior a su reunión con Bush?

En absoluto, todo lo hizo voluntariamente, estimulado por un ardor colérico, para tapar ese agujero lleno de ruido y furia de su psique, el agujero donde en otros se halla la identidad. Si no soy capaz de ser Aznar, se dijo, seré el Cid Campeador, seré George W. Bush, incluso seré Berlusconi (lleva un tiempo intentándolo), cualquier cosa antes que soportar este vacío que ni el bigote primero, ni los abdominales después o los pectorales más tarde han logrado ocultar a los otros y a mí mismo. Un problema esto de no gustarse, se lo digo a ustedes por experiencia propia. Yo mismo daría cualquier cosa por ser otro, aunque no encuentro el interruptor del cambio. Quiere decirse que soy la primera desreferencia de mi vida al modo en que otros son alérgicos a la propia caca. Y perdón por esta incursión subjetiva, de orden personal, en un texto de carácter científico.

Referentes y desreferentes, decíamos. Desde lo de Aznar en Antena 3, donde, transformado miméticamente en su perro, cogió a Rajoy por el cuello y no lo soltó ya el resto la noche, muchos militantes del PP, no sabiendo qué opinar, por si Aznar vuelve, o qué desopinar, por si devuelve, se limitan a afirmar que el expresidente es una referencia.

— José María Aznar es una referencia en el partido.

La frase compromete poco. Se puede decir de cualquiera que haya salido tres o cuatro veces en la tele. Se puede decir de Bárcenas, de Blesa (que intenta ser el Zelig de Aznar, aunque no le llega), se puede decir hasta de Urdangarin, que hacía con su señora muchos chistes sobre el expresidente.

— Urdangarin es un referente.

— Referente de qué.

— Ahí es donde usted me ha pillado, solo pretendía ser amable.

Quiere decirse que cuando se afirma de alguien que es una referencia conviene añadir un complemento, de otro modo podría interpretarse como que en realidad se ha querido expresar lo contrario. En efecto, Urdangarin, de ser una referencia, sería de carácter negativo, en otras palabras, una desreferencia. Si lo único que son capaces de predicar de Aznar en el PP es que es una referencia, así, a secas, mal asunto. Significaría que, a lo largo de la carrera de obstáculos que ha constituido su vida, reflejada en un álbum de fotos que da vergüenza ver, ha devenido de referente en desreferente. Por no decir que, habiendo salido de la nada, ha llegado, a base de trabajar y trabajar, a la más profunda de las miserias.


http://politica.elpais.com/politica/2013/05/25/actualidad/1369501951_935365.html

martes, 21 de mayo de 2013

La patria como pasta

JUAN JOSÉ MILLÁS laopinioncoruna.es 21.05.2013

Lo que más alarma del asunto Blesa, que es el asunto Caja Madrid, que es el asunto Bankia, que es el asunto que a usted y a mí, como contribuyentes, nos ha costado ya más de 20.000 millones de euros, lo que más alarma, decíamos, no es que Blesa fuese como era, como presuntamente es todavía, eso lo lleva escrito en la cara, en sus poses, en sus camisas de cuello tipo iguana, en el modo de meterse las manos en los bolsillos, lo lleva escrito en los rizos de la nuca, lo llevaba escrito ya en la boda de la hija de Aznar, como Correa, esa boda sigue siendo una fuente inagotable de información bursátil, signifique lo que signifique bursátil, de modo que lo que más alarma no es todo eso, no, no, no, qué va, lo que más alarma no son sus semejanzas con Villalonga o Vilallonga, ahora no caigo, el otro compañero de pupitre de Aznar, que se refugió en Miami tras levantar en la Telefónica recién privatizada una pasta inverosímil, lo que alarma de verdad, lo que a un servidor le produce escalofríos, es que hubiera gente del PSOE y de IU y de CCOO y de UGT riéndole las gracias y firmando a ciegas sus decisiones en el famoso consejo de Caja Madrid. Punto, ya era hora, empezaba uno a ahogarse.

Eso es lo que peor llevamos, si me permiten utilizar el plural solidario, esa complicidad, esa connivencia, ese trajín de compadreos del que no ha quedado nadie fuera. Se pregunta qué hacían allí los representantes de los sindicatos y de los demás partidos políticos, se lo pregunta uno todo el día y toda la noche, y se lo pregunta mientras espera el autobús, y mientras se cepilla los dientes, y no halla más que una respuesta: llevarse 300.000 euros del ala al año. Es terrible tropezar una y otra vez con la misma respuesta, por más que uno busque resquicios, agujeros, rendijas, en fin, por las que pueda aparecer otra. Que estaban allí, digamos, para controlar la obra social, o para vigilar el dinero de los depositantes o para rechazar propuestas locas como la de comprar un banco por del doble de su valor. Pues no, ninguna de esas respuestas encaja. Estaban ahí por la pasta, y solo por la pasta, como si la pasta fuera una patria, que lo es.

Dios mío.


http://www.laopinioncoruna.es/opinion/2013/05/21/patria-pasta/724065.html

sábado, 18 de mayo de 2013

Con pelos y señales

Maruja Torres cuenta su despedida de El País 18-05-2013

Por fin tengo un ratico para contaros lo de anteayer con detalle, como os merecéis.

Por semana santa recibí una carta certificada en la que se me comunicaba que, dado que mi compromiso con la empresa terminaba a finales de este junio, no se me iba a renovar “en los mismos términos” (el entrecomillado es mío). Lo firmaba la directora de Administración de Redacción, ex directora de Recursos Humanos, ex jefa de Personal, ex miembro del Comité de Empresa (y de CC. OO.: de eso hace muchos años). Yo pensé que debía haberla firmado el director, Javier Moreno, y también pensé que no iba a ser yo quien les llamara para preguntar en qué condiciones me querían. Me he sentido condenada desde que me puse públicamente en contra del ERE. Esas cosas no hace falta que te las digan. Se nota.

El caso es que me marché a Atenas, al viaje que ya conocéis. Y un buen día, el mismo en el que fallecieron Sara Montiel y Margaret Thatcher empecé a recibir llamadas del periódico. Como estaba celebrando la muerte de la segunda, no contesté. Pensé que a lo mejor querían un obituario de Sarita: había olvidado que en ese diario ya hay gente -no los míos: otros- que se despedaza hasta por escribir las necrológicas. El caso es que por la noche abrí el correo y me encontré un mensaje de secretaría de dirección porque me buscaba Javier para hablar conmigo. Le llamé, bromeamos amablemente -muy hipócritas los dos: conforme hablábamos nos iban creciendo sendas narices de Pinocho-, y me espetó un “quiero que te integres más en El País” que me dejó tiesa. Le pregunté cómo y me dijo que había pensado que hiciera reportajes. “Tengo 70 años, es tarde. Me habéis tenido años sin encargarme nada”. Me dijo que había cosas que podía hacer. Con la mosca en la oreja le pregunté: “¿No será que quieres sacarme de Opinión?”. “Esto es aparte”, me dijo, “hay una reestructuración, es para hablarlo personamente”. A través de su secretaria se acordó que el 16 de mayo a las 16.45 me recibiría en su despacho. Eso fue ayer.

Nos sentamos en su sofá, hicimos unos paripés, se me puso a lloriquear sobre lo mal que está todo y cómo cae la publicidad… Y luego me dijo que tenía una idea para mí, pero que todavía no sabía qué, ni cómo, que tenía que hablarlo con los de Domingo, pero que ya se les ocurriría. No dudé en preguntarle: “¿Eso es porque ya no me quieres en Opinión?”. Primero intentó echar balones fuera -eso será lo que le dirá al defensor del lector, supongo- diciendo que prepara una profunda restructuración, que en Opinión va a entrar gente nueva. “No hagas que te dé nombres, todavía no sé cuáles”. “Eso a mí no me importa. Pero dime que no me quieres en Opinión”. Se le fue poniendo esa mirada de guillotina, ese hielo en los ojos del que sabe que ha llegado el momento de asestar el golpe. A mi se me erizaron  las vértebras porque estaba teniendo el privilegio de contemplar, en directo, y en acción, a un ejemplar de esa camada negra -y gris- que ahora intenta destruirnos. “No, no te quiero en Opinión”. “¿No me quieres ahora ni nunca más en Opinión?”. Lo ratificó. Cuando empezó a decirme que tenía otras ideas para mí le dije que era Opinión o nada, que yo soy opinión y que a través de mí opinan mis lectores. “No tenemos nada más de que hablar”, le dije. “Se acabó la conversación y se acaba mi vinculación con el periódico”. “Esto no me lo esperaba”, dijo. Y, efectivamente, lucía una mandíbula descolgada. “Esto no tenía que acabar así. No me has dejado ni contarte lo que quiero ofrecerte”. Ahí fue cuando le espeté esa frase que llevo toda mi vida queriendo colocarle a alguien de su nivel: “¿Pero tú sabes con quién estás hablando? Soy Maruja Torres y tengo muchos lectores que me he ganado a pulso opinando”.

Cuando me levanté e íbamos hacia la puerta le comenté que aunque me queda un mes de compromiso, dada la tensión reinante creía que era mejor que dejara de escribir de inmediato, y estuvo de acuerdo. Salimos y él se escabulló en dirección al jefe de Opinión, otro que tal. Dije adiós a las amigas de la sección y me fui.

En recepción me pidieron el último taxi desde Miguel Yuste 40.

Al final de trayecto me esperaba una gran amiga. Con su ayuda salí del armario en Twitter, donde estaba como observadora como @mistrals, con unos cien seguidores. Di la noticia y hoy tengo casi seis mil.

Habéis sido maravillosos: vosotros, los compañeros de trabajo, los de profesión, los medios .com y los tradicionales, los amigos de Facebook, el comité de empresa del diario, los vecinos, los acompañantes en el viaje de la vida. Os doy las gracias y os digo que continuaremos. Claro que sí. Ayer pasé el día con mis jóvenes amigos de ‘Mongolia’, en un seminario sobre prensa de papel, de humor y sátira, y muchas más cosas. Hicimos proyectos. Pero habrá más cosas. Ahora necesito airearme y mimarme.

Ah, quedan un par de Perdonen que entregué quince días y una semana antes. Si no son muy buenos no me lo tengáis en cuenta: no sabía que iban a ser póstumos. Considerad que mi colu del jueves último fue mi despedida de ese medio al que quise tanto cuando era querible. Hoy todavía quedan en él muchas personas a las que aprecio y admiro, tanto entre los asqueados veteranos como entre los explotados jóvenes.

ME SIENTO MÁS LIBRE QUE NUNCA. Y hay también pena, claro. Me estoy acordando mucho de Jesús de Polanco y de su hija Isabel. Esperadme en el cielo, guapos.


http://www.marujatorres.com/

viernes, 17 de mayo de 2013

Ignominia

Último artículo de Maruja Torres en el País - (ha sido despedida)

MARUJA TORRES 16 MAY 2013

Hay más dignidad en la uña del meñique de un desahuciado que en toda la cúpula que nos aniebla

Vivimos en un tiempo de canallas sumidos en un estado de necedad permanente. Lo interesante para quienes somos víctimas del navajismo institucional, de lo que ha dado en llamarse su violencia simbólica, es averiguar qué nació primero. Si el ser canalla o el ser necio. Quién alimenta a quién. O si el canalla, al saberse aupado por sus pares a la cresta del capitalismo caníbal, ha perdido toda compostura, todo pudor, y no le importa en lo más mínimo que su retorcida necedad se exhiba en plaza pública. ¿Quién va a bajarme de la cima? ¿A mí? Vamos, hombre.

Así es como los Wert, Ruiz-Gallardón, Margallo, Morenés y Rajoy, por citar solo a algunos; las Báñez, Botella, Cifuentes y Cospedal, por mencionar a unas pocas otras. Así es como los directivos de la televisión pública y sus palmeros, y los guerra civilistas de los periódicos insanos. Así es como los ejecutivos de las grandes empresas y de los grandes bancos que se blindan los sueldos y las pensiones y los bonos... Así es, termino por fin la frase —en algún momento hay que hacerlo, pero sujetos no faltan—, así es como toda esta banda de añejos arribistas se carcajea de nosotros. Pisoteando nuestros cráneos y sin importarles la vergüenza ajena que sus dislates nos provocan.

“¡Mira, madre! ¡Estoy en la cima del mundo!”, gritaba al final de Al rojo vivo, la película de Roul Walsh, el asesino nato Cody Jarret, héroe negativo de una época turbulenta.

Estos depredadores de ahora se gritan los unos a los otros: mira chico, yo también he llegado, y cada día se me ocurre algo más necio. Los de abajo, los desangrados, empezamos a añorar a los clásicos gánsteres.

Hay más dignidad en la uña del meñique de un desahuciado que en toda la cúpula que nos aniebla.


http://elpais.com/elpais/2013/05/15/opinion/1368615782_833454.html

sábado, 11 de mayo de 2013

ETA y el aborto


Juan José Millás - diarioinformacion.com 10.05.2013

Seamos sinceros: a ministro de Cultura llega cualquiera, y no lo decimos por Wert, que es un buen ejemplo, sino en general, por los que hemos ido teniendo o padeciendo a lo largo de los años. Con decir que Esperanza Aguirre ocupó ese departamento ya está dicho todo. Esperanza Aguirre, por si ustedes no caen, es la señora que se refería a Ruiz Gallardón, su compañero de partido, como "el hijopunta ese" al que habían logrado arrebatar un puesto en el consejo de Caja Madrid. No sabemos si, fruto de aquel arrebato, pasó luego lo que pasó en la entidad financiera.

Hay otros ministerios para los que tampoco hace falta una preparación especial. Si el de Sanidad, por ejemplo, requiriera un grado de sentido común superior al de la media, no podría ocuparlo Ana Mato. No queremos ser crueles con ella. Entren en youtube y pinchen cualquiera de sus declaraciones acerca de cualquier asunto humano o divino. 
Tampoco el de trabajo, habida cuenta de la idiosincrasia de la ministra Báñez, exige estudios superiores, ni siquiera inferiores. Basta con ser devoto o devota de la Virgen del Rocío, que tanto hace por aliviar nuestro paro.
 

Podríamos continuar citando departamentos cuyo único mérito para dirigirlos consistiría en estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Se lo decía Zapatero a su mujer todas las noches: "No te maginas, Sonsoles, la cantidad de gente que podría presidir España". Quien dice España, dice Cataluña o Extremadura o la Comunidad Valenciana. A medida que uno se hace mayor y repasa los nombres que ocuparon puestos claves de la política o de las finanzas, incluso puestos claves del mundo sindical, tiene que reconocer que, salvo excepciones, se le exige más preparación a un croupier del casino de Torrelodones que a un administrador de las cuentas públicas.

Pero hay una excepción, que es el Ministerio de Interior. Para ocupar esa cartera hay que ser muy listo o muy malo, cuando no muy listo y muy malo a la vez. Y ello por una razón sencilla: porque es el departamento que ha de lidiar con gente mala y lista, en ocasiones muy mala y muy lista. Por eso, al escuchar a Jorge Fernández Díaz que el aborto y ETA tenían algo que ver, se quedó uno a cuadros. ¿Podría también un idiota cualquiera (yo mismo) ocupar esa silla?


http://www.diarioinformacion.com/opinion/2013/05/10/eta-aborto/1372110.html

domingo, 5 de mayo de 2013

Línea roja



Algún día se recordará cómo era antaño el paisaje de la pobreza en la ciudad

MANUEL VICENT 5 MAY 2013 - EL PAÍS

Algún día se recordará cómo era antaño el paisaje de la pobreza en la ciudad. Lo formaban mendigos galdosianos o posindustriales que se acercaban con la mano tendida a la ventanilla del coche en los semáforos o permanecían arrodillados en la puerta de las iglesias con un plato limosnero en el suelo o se paseaban con un cartón en el que proclamaban su desgracia escrita con letras similares, como salidas de un mismo troquel. Puede que hubiera detrás de esos cartones una secreta organización de mendigos, pero se trataba de una miseria resignada que permitía ejercer una caridad tranquila. Los pobres entonces se limitaban a agradecer la limosna con la humildad requerida y todavía se podía pasar de largo sin dignarse siquiera mirarlos a la cara. Pero un día los pobres comenzaron a multiplicarse en la calle bajo distintas variedades, autóctonos e inmigrantes, y a este espectáculo se añadió un hecho inquietante. Gente corriente, mezclada con pordioseros del común, esperaba al anochecer en la puerta trasera de los supermercados en silencio a que un dependiente arrojara en el contenedor la comida caducada. “Papá, aquí hay una barra de pan”, se oyó gritar a un niño de cinco años desde el interior de un cubo de basura. Hubo un momento en que la pobreza visible, la de toda la vida, cruzó una línea roja, a partir de la cual la bajada hacia la miseria colectiva se produjo por inundación. El oleaje engulló al grueso de la clase media, a los que ya no podían ser ayudados por sus familias o preferían el orgullo con hambre a la caridad. ¿Cuándo sucedió la gran rebelión? Puede que fuera aquel día en que se rompió el equilibrio que existía entre el miedo y el cabreo. Estas fuerzas contradictorias se habían neutralizado mutuamente durante un tiempo. Los que temían perder el trabajo no se atrevían a protestar; los que acababan de perderlo no se decidían todavía a destruir el sistema. La visión de la pobreza en la calle fue cambiando. Sin que nadie se diera cuenta apareció un nuevo paisaje humano. Los viejos mendigos herrumbrosos fueron sustituidos en masa por ciudadanos con corbata, por señoras con collares de perlas y tacones, que pedían limosna en las esquinas con odio, sin ninguna humildad. ¿Cómo se produjo el estallido que puso al Estado patas arriba? Nadie lo sabe.


http://elpais.com/elpais/2013/05/04/opinion/1367688733_879175.html

sábado, 4 de mayo de 2013

El burdel


A Rajoy no se le conoce una verdad, y en ningún ámbito, desde que le hacía la oposición a Zapatero

JUAN JOSÉ MILLÁS 3 MAY 2013 - El País


¿Le preguntará el Rey a Rajoy, cuando despachan, de dónde saca el cuajo con el que gobierna o desgobierna este pobre país? Es que si nosotros, usted y yo, ciudadanos corrientes, tuviéramos un familiar, un amigo, un vecino que disparatara con la soltura del presidente y en direcciones tan opuestas, hablaríamos, si no con él, con su mujer, sus hijos, su médico de cabecera, para alertarles de lo que ocurre, por si hubiera que tomar medidas de carácter clínico antes de que acabara con su prestigio y con el de su entorno.

Claro que Rajoy podría sacarle entonces al Rey lo de Urdangarín y lo de Corinna, y hasta lo de su vieja amistad con Mario Conde, por citar tres o cuatro menudencias, y quedarían en tablas. Pero debe de haber alguien de su entorno familiar o político capaz de decirle, en confianza, que no puede salir en la tele diciendo las cosas que dice, y menos con esa seriedad tan insultante, que empieza a parecer la versión triste del payaso alegre de Montoro. No se le conoce una verdad, y en ningún ámbito, desde que le hacía la oposición a Zapatero. La gente, por loca que nos hayan vuelto, tenemos unas tragaderas limitadas. Hasta los subsecretarios comienzan a dudar de sí mismos.

Claro que, a río revuelto, ya se sabe. Así, por ejemplo, mientras Rajoy da vueltas sobre sí mismo, diciendo en cada evolución lo contrario de la anterior, Gallardón se excita como un loco imaginando el número de mujeres que puede encarcelar con la nueva ley sobre el aborto y Esperanza Aguirre, también en plan disciplina inglesa, saliva insultando a los jóvenes que se ven obligados a abandonar el país. Que se jodan. No hay perversión que nos sea ajena. Acabamos de pagar 88 millones a un banquero indigno que ha decidido jubilarse. ¿Por qué no nos convertimos de una vez en el burdel económico-venéreo de esta Europa prostibularia?


http://elpais.com/elpais/2013/05/02/opinion/1367505404_636593.html