lunes, 28 de octubre de 2013

El ‘milagro’de Rajoy

JUAN TORRES 27 OCT 2013 El País Andalucía


Tras el anuncio de la recuperación de nuestra economía no hay milagro sino trileros repitiendo muchas veces la misma mentira

Critican a Rajoy por falta de carisma pero hay quien asegura que tiene mano de santo y hace cosas fuera de lo común.

Es normal creerlo. Parece fruto de una intervención paranormal que él y sus compañeros no hayan sido condenados después de existir tantas pruebas de que todos ellos y su partido se han financiado de modo irregular durante años. O que el político que es capaz de decir que en Fukushima no hay por qué preocuparse porque no hay problemas de radiación nuclear no haya provocado todavía un desastre nacional.

Y también parece milagrosa la recuperación de la economía española que Rajoy afirma que empieza a producirse.

Tengamos en cuenta que estamos donde estamos porque miles de empresas han cerrado despidiendo a millones de trabajadores al no disponer ni de financiación ni de demanda suficiente y que lo que nos dice Rajoy es que estamos sanando sin que se haya recuperado el crédito, ni la demanda, ni el empleo, cuando la inversión y el gasto público productivo se vienen abajo, cuando en 2014 cerrarán un 25% más de empresas que este año, cuando ya hay 3 millones de personas viviendo con menos de 307 euros mensuales y el doble de pobres que en 2007.

Verdaderamente, si lo que está diciendo Rajoy es cierto y en 2014 la economía española ya se ha recuperado de estos problemas, que son la crisis, nos encontraremos sin lugar a dudas frente a una cura que solo podrá calificarse de milagrosa.

No quisiera ser yo quien truncara el halo de santidad que igual comienza a rodear a Mariano Rajoy pero no puedo callar que, a mi modesto entender, tras el anuncio de la recuperación de nuestra economía (como tras de otros hechos de apariencia sobrenatural) no hay milagro sino trileros repitiendo muchas veces la misma mentira.

Es verdad que se están creando las bases y haciendo todo lo posible para que recalen en España fondos inversores (buitres los llaman algunos) dispuestos a comprar lo poco que ya nos queda por vender y con mucho dinero fresco para hacer negocios rápidos con lo que sea, y que eso hará que el PIB suba unas décimas en los próximos trimestres.

Pero una cosa es decir que hemos salido de la crisis por ello y otra que hayamos superado los problemas y destrozos que la crisis nos ha causado.

Aunque sea cierto que un empujoncito a tiempo ha hecho que el PIB registre una décima de crecimiento positivo que permite decir que técnicamente hemos salido de la recesión, y aunque siguiera aumentando por la entrada de capitales que se pueda estar produciendo, los males de fondo van a seguir existiendo porque no se ha resuelto ni uno solo de los problemas que los provocan, porque esos capitales no van a crear actividad productiva ni empleo y porque ni siquiera es seguro que vayan a llegar en suficiente cantidad como para hacerse notar. Dejarán buenos beneficios en bancos, comisionistas y grandes propietarios, pero nada más.

La producción industrial y el consumo caen, la deuda pública no deja de subir, un representante del FMI advierte del futuro negrísimo de las empresas españolas, pues el 41% de su deuda es materialmente impagable. Y el saldo comercial exterior que se vitorea como el nuevo motor del crecimiento tiene una cara negativa que el Gobierno esconde. La gran bajada de salarios permite que algunas empresas españolas vendan más fuera. Pero se olvida que la mayor parte de sus rendimientos no vuelven, que el saldo positivo deriva casi todo de que compramos menos porque somos más pobres, que las empresas que se dedican a la exportación son muy pocas (4,35% del total) y muchas menos las que lo hacen regularmente (1,21%). Las demás, el 95,65%, no solo no se benefician de la recuperación por la vía de vender fuera de España sino que los salarios bajos las arruinan porque casi todo lo que venden es gracias a ellos.

Si Rajoy no mintiera diría otra cosa: “La crisis termina pero para el 10% más rico de la población y para el 4,35% de las empresas. Lo siento por los demás, pero mi partido trabaja para quien le paga”.


http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/10/24/andalucia/1382637075_880385.html

jueves, 17 de octubre de 2013

Carta abierta a los caínes reunidos en Tarragona

Lucas Leon Simon  http://lucasleonsimon.wordpress.com 17.10.2013

Ilustrísimos, Honorables o Reverendísimos señores: Empiezo con el tratamiento protocolario por pura rutina y no porqué yo crea que alguno de ustedes es ilustre, honorable o, mucho menos, reverendísimo.

El pasado domingo 13 de octubre dieron ustedes y las organizaciones a las que tan indignamente representan un paso más en la consolidación de una ignominia, no por pasada, antigua o distante en el tiempo y en la memoria, menos injusta, sectaria y sangrante.

Acudieron, todos a una, a la beatificación de “522 nuevos mártires de la fe”. Es decir a rendir honores de próxima santidad a 522 víctimas de una contienda civil en la que un grupo rebelde de militares, alentados, exaltados y fanatizados por una opción religiosa se rebeló contra un gobierno legítimamente constituido, provocando tres años de horror y guerra y más de medio millón de víctimas.

Yo soy familiar directo (hermano) de una de esas víctimas. Mi “mártir” tenía tres años cuando un bombardeo de la aviación italiana aliada sobre un convoy civil, compuesto de ancianos y niños que huían, no del terror rojo, sino del terror “azul” que provocaban los excesos del coronel Cascajo y del general Queipo y que se creía protegido por la cobertura de la Cruz Roja Internacional fue salvajemente bombardeado a la altura de Villanueva de la Reina (Jaén) en la Nochebuena de 1936.

Un número indeterminado, nunca conocido, de ancianos y niños quedaron muertos, desperdigados entre olivos andaluces.

Los cadáveres de muchos nunca se localizaron, mi hermano entre ellos, y una losa de obscuridad, indignidad y miedo cayó sobre su frágil tránsito entre la vida y la muerte.

No ya ningún honor, ninguna memoria, ningún gesto humano hacía niños y ancianos, mucho más mártires que a los que ahora beatifican porque su única religión era la inocencia.

Cuando media España ha vivido con su dolor secuestrado durante 77 años, cuando las cunetas y fosas comunes de lo que llaman “piel de toro” están ahítas de sangre derramada y huesos sin identificar, cuando 150.000 víctimas-mártires no tienen ni nombre en sus enterramientos o monumentos al odio o al cainismo y cuando una Iglesia Oficial que alentó el fratricidio llamándolo “Cruzada”, cuando esta Iglesia no se ha dignado pedir el más mínimo perdón o asumir alguna responsabilidad en una actitud, presente en los sermones u homilías del cardenal Gomá que hablaban del “santo deber de exterminar a los enemigos”.  Cuando la sangre inocente lleva tres cuartos de siglo manchando las manos y las hostias de estos “santos asesinos”, ustedes se van a Tarragona a seguir cimentando las dos Españas.  La España que se honra y beatifica y la que se ignora y deshonra, con premeditación y saña.

Su aprobación de la Ley Memoria Histórica ha sido testimonial, nunca han creído en ella y el mejor ejemplo es la nula asignación presupuestaria con la que la han dotado este año.

Han adoptado la falsa actitud “progresista” de “no reabrir viejas heridas” y “no mirar al pasado”, presente en el argumentario de todos sus cargos públicos. Pero el domingo se saltaron el guion, ¡y de qué  modo!

Pero los datos están ahí.  El arzobispo Montero Montoro, la fuente más fiable de la historia de lo que ustedes llaman “persecución religiosa”, nos pone en la certeza estadística. En la guerra civil fueron asesinados 13 obispos, 4.184 sacerdotes diocesanos, 2.365 religiosos y 283 monjas. Todas, muertes muy lamentables pero que sólo la represión del sanguinario general Yagüe a la población civil de Badajoz la supera.

Al mismo tiempo que morían sus mártires lo hacían más de medio millón de españoles. Y terminada la Guerra Civil hasta trescientos mil más fueron fusilados, represaliados u humillados con la santa complicidad de la autoridad Eclesiástica que nunca ha movido un dedo para condenar, denunciar o impedir el Genocidio.

¡Y ahora vienen ustedes a beatificar a 522 mártires!

Tienen ustedes la capacidad de vivir en la mentira. Y de cosificar a las personas y a sus argumentos. Dirán que mi escrito está hecho desde el odio y el resentimiento. Y no voy a enmendarles la plana.

Cada Nochebuena que he visto el llanto de mis padres, acordándose de un niño de tres años asesinado en aquella fatídica Nochebuena, he sentido un odio íntimo, infinito e intenso hacía ustedes, su ideología, sus escudos, sus banderas y crucifijos y toda lo que representan. Ustedes hablan que su religión es el amor y la reconciliación pero el amor lo dirigen al cobro de importantes e insolidarias subvenciones y la reconciliación que predican tiene actos como el del pasado domingo en Tarragona.  Nada para unos y el cielo, “su cielo”, para otros.

Debería de darles una vergüenza infinita que todos los intentos de recuperar la dignidad y la justicia para nuestros cientos de miles de muertos hayan sido torpedeados, obstaculizados o impedidos por ustedes, sus ministerios y cómplices judicaturas. Que hayan echado de la carrera judicial al juez que hizo un intento de investigar “su”, genocidio, que nunca prescribe ni prescribirá y que haya que tenido que ser una juez extranjera la que se atreva a una mínima instrucción y convocatoria para que de una vez por todas, alguna ley, aunque sea débil, arroje luz sobres sus muchos crímenes y su infinita hipocresía.

¡Mala peste caiga sobre todos y cada uno de vosotros!

http://lucasleonsimon.wordpress.com/2013/10/17/carta-abierta-a-los-caines-reunidos-en-tarragona/

Ciento cincuenta mil mártires

Lidia Falcón - publico.es 16.10.2013

Ciento cincuenta mil son los mártires republicanos que esperan en las cunetas de las carreteras, en las fosas comunes de los cementerios, en los bosques y los huertos familiares, a que la Iglesia católica los reconozca como tales. Nosotros no tenemos quinientos veinte mártires, nosotros tenemos cientos de miles. Porque los asesinatos “legales”, aquellos que juzgaron los infames consejos de guerra franquistas y ultimaron los pelotones de fusilamiento y los verdugos, son doscientos cincuenta mil. España es el país, después de Camboya, que tiene más desaparecidos en proporción a su población.

Cuando el Papa apoya a esa Iglesia que se atreve a beatificar a “sus mártires” porque eran católicos muertos por su fe, sin rendir homenaje, ni aún mencionar, a todos los otros mártires que fueron asesinados por su fe republicana en el progreso, en la paz y la concordia entre los españoles, está alineándose una vez más con los fascistas vencedores de la Guerra Civil española.

Las esperanzas que algunos depositaron en el papa Francisco como dirigente moderno de la Iglesia, haciendo publicidad de su modesto alojamiento en un convento y de su transporte en un automóvil vulgar, volcado a los discursos sobre la pobreza y los emigrantes, quedan bastante empañadas ante esta última actuación papal hacia España.

Quizá este Papa de los pobres no sepa que la mayoría de los asesinados por falangistas, guardias civiles, alcaldes fascistas, policías nacionales y verdugos eran pobres, porque eran campesinos, obreros, empleados, maestros, profesores, alcaldes republicanos. A los ricos el franquismo no les persiguió. Las víctimas eran hombres y mujeres que lucharon por sacar a España del atraso secular en que estaba sumida gracias a las monarquías que la habían esquilmado. Hombres y mujeres que eran líderes sindicales del campo y de la industria, representantes políticos de los partidos republicanos, intelectuales y científicos, muchos simplemente liberales y moderados, porque bolcheviques había muy pocos.

Quizá este Papa que exalta la valentía de los mártires de su Iglesia no sepa de la valentía de los mártires republicanos, que en condiciones de pobreza, como vivía la mayor parte de la población española, dedicaron los mejores años de su juventud y de su vida a redimir del analfabetismo a los niños y a los adultos de su país, a curar a los enfermos, a intentar redistribuir la riqueza que detentaban en exclusiva los caciques y los capitalistas, invirtiendo en esta tarea sus pocas horas de ocio y todos sus recursos humanos y materiales.

Quizá este Papa que beatifica a los que murieron por dar testimonio de su fe, no sepa que los fascistas mataron a los masones por dar testimonio de sus creencias, a los socialistas por dar testimonio de sus propósitos de lograr algo de igualdad entre todos los ciudadanos, a los comunistas por dar testimonio de su empeño en lograr el reparto de la riqueza, a los nacionalistas por dar testimonio de sus demandas de autonomía, a los anarquistas por dar testimonio de su defensa de los trabajadores, a las feministas por dar testimonio de sus demandas de progreso para las mujeres.

Quizá este Papa que habla en exaltación de los cristianos beatificados no sepa que entre los ciento cincuenta mil republicanos asesinados legal e ilegalmente había muchos cristianos y católicos. De los once curas vascos fusilados en Euskadi por orden franquista nunca dice nada. La mayoría de las muchachas conocidas como “Las Trece Rosas”, que fueron fusiladas, eran creyentes. Entre los masones, nacionalistas, republicanos y simples campesinos y sindicalistas perseguidos por las hordas fascistas, los cristianos, católicos y creyentes eran mayoría.

Quizá el Papa no conozca la masacre que se ultimó en España por el régimen franquista y que ejecutaron los miles de falangistas, militares y verdugos para erradicar del país a todo aquel que disintiera de la doctrina franquista, y muy católica. Y que fue bendecida por un antecesor suyo, el papa Pío XII, con el calificativo de “Cruzada”, cuyas víctimas lo fueron por actuar a favor de una España republicana, igualitaria y justa.

Quizá el Papa no sepa todo esto, pero sin duda la Iglesia católica española sí lo sabe. Como también lo saben los ministros y ministras del Gobierno central, y el presidente de la Generalitat de Cataluña y la vicepresidenta del Govern catalán, y todas las autoridades y los gobernantes que asistieron embelesados a la ceremonia de beatificación en Tarragona. Y a los que no se les escapó una palabra que atemperara, aún en una misérrima porción, el dolor y la humillación que sentimos los descendientes y herederos de aquellos mártires republicanos que nos arrancaron de nuestras familias y de nuestras vidas tan sangrientamente.

Cierto es que, si ni de nuestros gobiernos ni de los partidos dominantes ni de la judicatura –y parece mentira que todos los jueces de instrucción de nuestro país muestren tal grado de cobardía– hemos podido lograr la exhumación de los restos, a los que muchos de sus familiares querrían dar cristiana sepultura, ni las reparaciones que se merecen, difícilmente podemos esperar reconocimientos ni homenajes de la Iglesia a nuestros mártires.

http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2013/10/16/ciento-cincuenta-mil-martires/

sábado, 5 de octubre de 2013

La mujer perfecta

Almudena Grandes - Hoy por hoy - Cadena Ser - 4/10/2013

Era la mujer perfecta. Por su tenacidad, por su resistencia, por su peluquería, por su maquillaje, por su habilidad para combinar prendas y complementos al entrar en su juzgado como si avanzara por una alfombra roja.

Abanderada de una feminidad empachosa, su estética empezó a inquietarme mucho antes que su ética. Una madre de familia, con un empleo exigente, cuyo rostro jamás revela el menor signo de cansancio físico a las ocho de la mañana, o no es humana, o no es de fiar.
Ahora ya tenemos indicios contundentes de que Mercedes Alaya no es de fiar. La Fiscalía Anticorrupción la ha censurado con una dureza insólita, por haber dilatado sin motivo la instrucción del caso Mercasevilla, hasta lograr que prescribieran los delitos de dos imputados, que casualmente son hermanos de la ministra de Empleo, Fátima Báñez.

Les prometo que no voy a hablar de los jueces todas las semanas, pero comprenderán que hoy me pregunte, ¿y ahora, qué? La trayectoria previa de Alaya y este nuevo escándalo consolidan la impresión de un estado donde el poder judicial parece directamente sometido a los dictados del gobierno. ¿Se puede llamar a eso democracia? El viernes pasado me acordé de Cicerón. Hoy, recuerdo a Montesquieu. ¿Y el próximo? Al menos, la verdad sobre Alaya reconfortará a las mujeres imperfectas de España, todas esas madres con ojeras que salen de casa sin haber tenido tiempo para peinarse, y se pintan de mala manera en la parada del autobús.


http://www.cadenaser.com/espana/audios/mujer-perfecta/csrcsrpor/20131004csrcsrnac_10/Aes/