Rosa Montero

ROSA MONTERO MANERAS DE VIVIR

Ellos    El País semanal 24.04.2016


Ya han desaparecido 10.000 pequeños a manos de las mafias. Eso es peor que la muerte de Aylan.

En la fachada del ayuntamiento de Madrid, en la plaza de la Cibeles, cuelga desde hace varios meses una tela blanca en la que se lee Refugees Welcome en grandes letras negras, cada día más desteñidas por el baqueteo del tiempo. Cuando paso por allí siempre lo miro y se me encoge el ánimo, porque el cartel se ha convertido en un sarcasmo. De los casi 18.000 refugiados sirios que España se comprometió a recibir en septiembre pasado, en el momento en que escribo estas letras (ya saben que el artículo tarda 15 días en imprimirse) sólo hemos acogido a 19, uno de ellos sirio y los demás de otras nacionalidades. Comprendo que Manuela Carmena insista en mantener su pancarta en lo alto del edificio: es una declaración de intenciones y un recordatorio. Pero, por otra parte, el mensaje empieza a parecer una burla cruel. Resoplo de incomodidad cada vez que lo veo.

Los acuerdos de acogida europeos se elaboraron a toda prisa tras la impactante foto de Aylan, el niño kurdo de tres años cuyo cuerpecito exangüe fue depositado por las olas en una playa turca a principios de septiembre. Cómo nos horrorizó esa instantánea; qué espanto saber que junto a él también se habían ahogado su hermano de cinco años y su joven madre, más otros 12 pobres sirios (entre ellos más niños) que intentaban llegar a Grecia huyendo de la guerra y del infierno del ISIS. El cadáver de Aylan y su infinita indefensión removió la conciencia europea y sonaron todas las alarmas. Pero se ve que su estridencia nos ensordeció: hoy mueren dos niños cada día en la ruta hacia Grecia y no consigo escuchar ningún timbre. Al contrario: acabo de leer que han vuelto a usar gas lacrimógeno contra los refugiados en la frontera greco-macedonia. Lo de gasear a esas muchedumbres desesperadas se está convirtiendo en una costumbre. Una malísima costumbre. También nos estamos habituando a las fotos tremendas, niños muy pequeños medio asfixiados por el gas, columnas de refugiados arrastrando los pies en mitad de la nada, personas angustiadas y desharrapadas gritando y huyendo de los palos de las diversas policías. Personas como usted y como yo. Podríamos estar allí. Podríamos ser ellos.

A lo mejor ya ha dejado de leer este artículo. Es un tema que nos resulta insoportable. De hecho, hemos desarrollado en poquísimo tiempo un callo increíble para ignorar esta monumental hecatombe y poder seguir viviendo como siempre. La verdad es que no creo que se trate sólo de egoísmo, sino de una mezcla fatal de horror y desesperanza, agravada con las noticias sobre la existencia de yihadistas infiltrados entre los desplazados. La situación nos sobrepasa y no sabemos qué hacer. Creo que muchos piensan que no hay solución, y prefieren cerrar los ojos ante esta lenta, cruel carnicería. Pero con ello estamos permitiendo que nuestros Gobiernos cierren también los ojos, y eso es una vergüenza, porque ellos están obligados a mirar y a actuar. Según un informe de Amnistía Internacional, hay más de 4,5 millones de refugiados de Siria en sólo cinco países: Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, todos ellos en condiciones atroces, y solamente se han ofrecido en el mundo 162.151 plazas de reasentamiento (incluidas las risibles casi 18.000 nuestras). Y siguen llegando más y más cada día. Una cuarta parte de los refugiados son niños y muchos de ellos están solos. Ya han desaparecido 10.000 pequeños a manos de las mafias europeas, para la explotación sexual y el esclavismo. Eso es peor que la muerte de Aylan, aunque no tengamos fotos para estremecernos.

No podemos seguir consintiendo esto: simplemente no podemos. Debemos mantener los ojos abiertos aunque escuezan y exigir a nuestros Gobiernos que intervengan. Sin duda la solución definitiva pasa por acabar con el ISIS y pacificar Siria: más del 50% de la población del país está en situación de desplazamiento y hay que conseguir que toda esa gente pueda volver a casa. Pero mientras tanto es necesario protegerlos, reasentarlos, ayudarlos. Entre otras cosas, podemos reunir dinero para sostener a los desplazados. Esto es lo más fácil de hacer, y ni siquiera eso hacemos. A finales del año 2015, el llamamiento humanitario de la ONU en favor de los refugiados sirios sólo estaba financiado en un 61%. Con 50 euros, ACNUR puede llevar agua potable a 70 personas; con 75 euros, mantas a 12 personas (para donar, llama al 913 69 70 56). En cuanto a los niños, entre otros logros, Unicef consiguió en 2015 dar micronutrientes y vitaminas a 184.000 menores de cinco años, y dotar a otros 139.000 con suministros de invierno: mantas, ropa, calefacción, dinero en efectivo y cupones canjeables (donaciones llamando al 902 31 41 31 o en la cuenta del Santander ES67 0049 0001 5928 1010 0005). Intentemos estar un poco más a la altura de este reto terrible.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/ellos/



Maldición 24 DIC 2013 El País

Es indecente dar millonadas a los bancos y abandonar a 600.000 familias al hambre y al horror.

Esta noche es Nochebuena. No quiero amargarles el villancico, pero no consigo olvidarme de las muchas familias que hay en España sin trabajo y sin ningún ingreso. Yo tengo mucho trato con algunas de esas familias. Llevo un año en Teaming.net, una plataforma solidaria. Con Teaming cualquiera puede abrir un grupo de ayuda para una causa o bien entrar en alguno de los 2.000 grupos existentes. Al apuntarte, das un euro al mes a esa causa. El pago es segurísimo y el euro llega íntegro y sin comisiones. Es una idea formidable, una solidaridad horizontal y nada paternalista.

Yo soy mánager de 10 grupos de Teaming y colaboro en otros 23. Mis grupos son familias en situación extrema. Llevamos un año juntos y les conozco bien. Hace una semana, la madre de una de estas familias, una mujer de 27 años con tres hijos de 10, nueve y tres, me mandó esta carta espeluznante: “Otra vez estoy fatal hoy ni leche estiro todo lo que me da el dinero del grupo de treamin pero es imposible llegar no tengo comida ni un baso d leche para darle a E. que esta malita con bronquitis y es mas ni le puedo comprar la medicacion el ventolin y el antibiotico mas lo d la fiebre. Esto es desesperante y solo hago llorar d ver la situacion d no poder atender a mi hija ni con un baso d leche hoy. Estoy fatal. No se que hacer”. Colgué la carta en su grupo y entre todos mandamos algo de dinero: un parche. Creo firmemente en el compromiso de la sociedad civil (apúntense a Teaming, por favor). Pero también creo que este país es una vergüenza. Que es indecente dar millonadas a los bancos y abandonar a 600.000 familias al hambre y al horror. Y esos miserables del PP ni siquiera han sido capaces de prohibir los cortes de luz y de calefacción en el crudo invierno. Aquí va mi maldición: que les pase a ellos. Para los demás, felices fiestas.


 Lacayos

El mercado es una criatura mercurial y caprichosa, lo mismo que su prima la del riesgo, esa pelmaza

ROSA MONTERO 30 ABR 2013 - El País

La pasada semana me asomé a los periódicos con temor, como siempre me sucede últimamente, y, zas, resultó que ese preciso día el mercado estaba eufórico, mire usted por dónde. El mercado tiene esas cosas, hay que cogerle el tranquillo: de repente se levanta de buen humor y todo es alegría y tintineo, pero lo habitual es que se despierte como un ogro, ávido y violento. Es una criatura mercurial y caprichosa, lo mismo que su prima la del riesgo, esa pelmaza.

Y aquí estamos todos perdiendo las posaderas por ellos, por decirlo en plan fino. A mí el mercado y su parienta me recuerdan a una pareja de arcaicos aristócratas, a los típicos señores tiránicos que tienen aterrorizados a sus pobres siervos. Los lacayos, o sea, nosotros, nos levantamos todos los días angustiados después de habernos deslomado desde las cinco de la mañana limpiando la cocina, preparando el suntuoso desayuno y encendiendo el fuego, esto es, cumpliendo todas las duras tareas que nos ordenan; y nos acercamos de puntillas y aguantando el aliento a ver con qué cara ha amanecido la bestia de nuestro amo: ¿Estará de morros? ¿Estará contento? De su voluble, inconsistente y enigmático humor depende nuestro futuro y sobre todo la vida de la creciente riada de desamparados que se agolpa extramuros a las puertas del castillo, arrojados a la intemperie por los malos modos del señor y su prima.

Y lo peor es que su comportamiento es tan impredecible, tan veleidoso, que nadie entiende un pimiento de lo que hace. Por ejemplo, en el periódico que hablaba de la euforia decían: “Ayer tocaban letras y, de forma sorprendente, al Estado le bastó con comprometer un exiguo interés”. Ya digo, desconcierta hasta a los supuestos especialistas. Es lo que tienen los déspotas: son arbitrarios. Estamos en el siglo XVII, como mucho a principios del XVIII. Todavía no hemos llegado a la guillotina.

http://elpais.com/elpais/2013/04/29/opinion/1367247069_395229.html
                                                                          

Mucho cuento  El País 22-01-2013


El término tesorero está emparentado con tesoro. Y la palabra tesoro evoca cofres de madera repletos de rutilantes perlas y enterrados por inicuos piratas en islas tropicales. Para ser exactos, actualmente suelen usar las Islas Caimán. Por no llorar, he decidido leer la actualidad en clave de novelita barata de kiosko. Como antes apunté, ésta podría ser una historia de corsarios. Pero también una novela rosa: al parecer el señor Bárcenas ha puesto todas sus posesiones terrenales a nombre de su mujer. Y yo me digo: ¡cáspita, qué amor tan apasionado y encendido! Romeo y Julieta palidecen ante prueba tan grande de financiera entrega.

Más entretenida aún es la novela negra inherente al caso. Qué misterio que un tipo tan comprometedor, con 22 millones de euros en Suiza y amigos tan poco recomendables, siga teniendo despacho y secretaria en el PP pese a haber abandonado el partido en 2010. Resulta fácil imaginar una suculenta trama de amenaza y chantajes mafiosos, y que cuando Rajoy dice “no me temblará la mano”, es porque lo que le tiemblan son las piernas tras haber descubierto una ensangrentada cabeza de caballo en su cama.

Pero el relato más logrado de este cúmulo de cuentos baratos es sin duda el de terror. Miren con cuidado a ese hombre: ese pelo planchado hacia atrás, esa cara durísima (me refiero a la dureza del gesto, además de lo otro), esa ropa rica que él parece llevar como una enseña de poder o una armadura de desprecio hacia los más pobres, que somos prácticamente el resto de los españoles, a ver quien tiene tantos millones… No me digan que no es la nueva imagen del vampiro. A mí me da más miedo este señor que los drogadictos de Las Barranquillas. Por cierto, Bárcenas (22 millones) está en la calle, y Reboredo (84 euros de la venta de dos papelinas) sigue en la cárcel. También es una novela kafkiana, desde luego.
http://elpais.com/elpais/2013/01/21/opinion/1358799129_593790.html

España en crisis SOBRE EL APOCALIPSIS Y LOS CHORIZOSRosa Montero - El País Semanal 19 de Agosto de 2012
Escribo este artículo en la misma semana en que la revista The Economist ha sacado su tremenda portada sobre España (el dibujo de un toro de lidia erizado de banderillas que espera cabecigacho y ya sin fuerzas la estocada de muerte, y por encima de él la palabra Spain con la “ese” cayéndose, de modo que sólo queda “pain”, o sea, “dolor”) y mientras el Consejo General del Poder Judicial discute si paga la indemnización de 208 mil euros a Dívar o no. Este texto tardará varias semanas en publicarse, y no sé si para entonces, para ahora que lo está leyendo, Dívar tendrá los riñones un poco más forrados y España se habrá hundido un poco más en el agujero.

Pero el caso es que me he quedado reflexionando en medio de este duro e inolvidable verano que estamos viviendo. Y lo primero que he pensado es que los Apocalipsis son comunes en la vida de los humanos. Quiero decir que esta percepción de vertiginosa caída hacia la catástrofe es algo que se ha experimentado de manera habitual a lo largo de la historia. Así se sintió media Humanidad a principios de la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler parecía dominar la Tierra; o en el crash del 29; o en la Primera Guerra y la epidemia de gripe. Cada vez que los vikingos o los bárbaros o los corsarios arrasaban un pueblo llegaba el Apocalipsis. Pero luego la vida seguía, siempre ha seguido, con más o menos daños, con mayores o menores bajas, pero con esa tenacidad y esa potencia soterrada que la vida tiene. Este momento en el que estamos no puede ser peor; lo que sí creo es que estamos más blandos, más desacostumbrados a la lucha. Tal vez en las últimas décadas hayamos vivido demasiado protegidos. Ha sido un buen regalo del destino, me alegro de ello, pero puede que eso haga que todo nos asuste más de lo debido.

Porque son malos tiempos, desde luego, y sin duda mucha gente está sufriendo. Pero podremos con ello. Quizá en el llamado milagro de la Transición española hubo una suerte de espejismo o de borrachera: éramos muy pobres, lo recuerdo bien, y de repente en 15 o 20 años nos hicimos muy ricos. Qué velocidad tan supersónica. Ahora pienso que quizá nunca fuimos de verdad tan ricos, y que seguramente ahora tampoco somos tan pobres. Hay un tiempo para cada cosa, como dice el Eclesiastés, y creo que nos ha llegado el momento de la realidad y la madurez. Del cambio de sociedad y del compromiso. Porque yo también estoy harta de los políticos, de los diputados con cinco casas en Madrid que cobran dietas de alojamiento, de los infinitos asesores que todos tienen y que pagamos los ciudadanos; estoy harta de los escándalos y la desvergüenza y la marrullería y de que haya personajes que, como Dívar, después de darse una vida opípara a cuenta de nuestros bolsillos, digan que dimiten “sin conciencia de culpa”. Esto es: me indigna y escandaliza que se atrevan siquiera a mencionar la palabra conciencia.

Pero la cuestión es que el problema no es sólo de ellos; no es que haya, por un lado, una panda de mangantes despreciables y por otro un pueblo inocentísimo. Porque, si bien estoy convencida de que, en su conjunto, nuestra sociedad es más decente que sus dirigentes, también creo que todos tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras líneas de sombra, de la tendencia al amiguismo, al enchufe, a ese sectarismo que hace que votemos una y otra vez a declarados chorizos, tanto en el PP como en el PSOE o IU (y no es sólo cuestión de ideología, sino también interés personal, porque para eso son los nuestros y nos van a favorecer, nos van a dar empleo, prebendas, negocios, subvenciones). Por no hablar de las muchas ocasiones en que se utiliza eso del “¿con IVA o sin IVA?”, o se aceptan regalos dudosos, o se comete ese sinfín de pequeñas irregularidades que tan habituales son en la sociedad española, porque, a fin de cuentas, todos lo hacen y los poderosos lo hacen mucho más. Y es verdad, los poderosos roban más, pero lo malo es que participar de la pequeña marrullería reafirma la corrupción grande y es lo que a la postre permite que los Dívar digan con toda tranquilidad que tienen la conciencia limpia (o simplemente que tienen conciencia). No sé, me da la sensación, quizá injusta, de que los más violentos ante la crisis, aquellos que sólo se enfurecen con los políticos y se dedican a escupir a la delegada del Gobierno o a romper coches, tal vez luego sean los que más irregularidades cometan personalmente. En resumen: podemos salir de la crisis, pero creo que, para eso, además de exigir justicia (cárcel para los banqueros de las preferentes, por ejemplo), también hay que asumir las propias responsabilidades. Y cambiar, y comprometerse en la regeneración, y ser solidarios.


En vida

Rosa Montero 5 JUN 2012 - El País


 
El cáncer es una dolencia muy común, aunque algunos sigan empeñados en disfrazar la realidad con tontunas como “murió de una larga enfermedad”. Cada día se cura más, pero los tratamientos son costosísimos. En Estados Unidos, por ejemplo, si no tienes un seguro médico privado lo suficientemente caro como para incluir la quimioterapia, simplemente no te medican, lo cual me parece una injusticia desoladora e inicua. Y ahí radicaba una de las grandezas de nuestra sociedad: que no había enfermo de cáncer que no pudiera recibir el mismo protocolo terapéutico. Nuestra sanidad pública ha sido un logro colectivo fenomenal.

Pero ahora esa gran construcción igualitaria se está desmoronando. Me escribe X, una maravillosa guerrera de 50 años que lleva 10 con cáncer y los siete últimos con metástasis, combatiendo como una leona con quimio constante. Su seguro médico se negó a pagarle la quimio, aduciendo que era en pastillas; demandó a la compañía y la ganó, pero el proceso le llevó ocho meses, durante los cuales se tuvo que entrampar para seguir el tratamiento (este abuso por parte de las compañías es muy común, y no todos los enfermos tienen las fuerzas y el dinero para demandar). Pero lo peor viene ahora, porque la sanidad pública también comienza a fallar. Tras siete años de probar todas las quimios, a X ya no le hacían efecto. En cuatro meses los tumores se dispararon y la cosa iba tan mal que nuestra guerrera incluso habló con sus hijos. Entonces su médico le propuso una quimio nueva, eribulina, justamente indicada para su caso concreto, y el resultado fue espectacular: ha mejorado en todo. ¿El problema? Que, aunque la eribulina está aprobada por todas las agencias de medicamentos, incluida la española, ¡la Seguridad Social no la cubre! Los recortes en medicina son recortes en vida.


http://elpais.com/elpais/2012/06/04/opinion/1338800297_728010.html




Froilanear
Rosa Montero El País 8 MAY 2012

En este país abandonamos a su suerte a los lorquinos mientras se aprueba, por ejemplo, un plan tan delirante como el de dar clases de caza en los colegios públicos a los niños entre 7 y 12 años


El próximo viernes se cumplirá un año del terremoto de Lorca. Recuerdo la emoción y la conmoción que nos embargó a todos con la catástrofe; la solidaridad, las grandilocuentes promesas de reconstrucción de los políticos. Hoy me escribe José Alberto Lario, portavoz de la Asamblea de Vecinos Afectados por el Seísmo. Y me habla desde el olvido y el abandono: “Aún hay 7.000 personas desplazadas de sus hogares; han demolido 1.200 viviendas y 160 edificios siguen en estado de indefinición, sin saberse si los tirarán. Dos Institutos de Enseñanza Secundaria y un centro sanitario están derruidos sin que haya un proyecto real de reconstrucción, de modo que hay cerca de 1.200 alumnos desplazados y un tercio de la comunidad recibe asistencia sanitaria fuera de su centro habitual. Un 30% de los comercios no han vuelto a abrir sus puertas y la población, en suma, vive una situación agónica porque ha tenido que hacer frente desde el primer momento a todos los gastos, soportando el abandono institucional y el acoso de las entidades financieras, que han demostrado una falta de sensibilidad rayana en el insulto”. Que quede dicho esto para compensar el trompeteo triunfal que quizá se organice en torno al aniversario.

Y sí, ya sé que son tiempos malos y que los presupuestos no son de chicle. Pero no entiendo que en este país en el que abandonamos a su suerte a los lorquinos se pacte, por ejemplo, un convenio tan delirante como el de la Junta de Castilla y León, que piensa destinar 303.000 euros para, entre otras cosas, dar clases de caza en los colegios públicos a los niños entre 7 y 12 años de edad. Eso, eso, enseñémosles a pegarse tiros en los pies, que es una cosa muy fina. Froilanear: nuevo término para definir el olvido de los problemas reales y la toma de medidas políticas disparatadas, retrógradas, despilfarradoras y ridículas.

http://elpais.com/elpais/2012/05/07/opinion/1336388215_718188.html


De la nada

Quizá pueda haber salidas incluso en lo más negro de la crisis si logramos pensar el mundo de otro modo

Un puñado de profesionales del teatro han puesto en marcha en Madrid un experimento genial que empieza a ser famoso; han alquilado un modesto piso bajo de un edificio antiguo, lo han redecorado y bautizado con el apropiado nombre de La Casa de la Portera y se han puesto a representar allí Iván-Off, una adaptación modernizada de la obra de Chejov. La acción se desarrolla en las dos pequeñas habitaciones de la vivienda; los espectadores, sólo 22 personas, porque no caben más, han de trasladarse de un cuarto al otro al cambiar de acto. Estuve el otro día y el resultado es prodigioso. Los actores y actrices son espléndidos, la arriesgada proximidad galvanizante, la versión a la vez conmovedora y muy divertida. Se trata de un teatro pobre, por lo baratísimo de la producción y porque no se van a hacer ricos con ello; pero derrochan talento, que es algo que cuesta poco y vale muchísimo.

Vi Iván-Off al día siguiente de que se publicaran las cifras de los 5,6 millones de parados y los 1,7 millones de hogares carentes de ingresos. Y, ante la congoja de esos números terribles que caen sobre nosotros como guillotinas, el ingenio de La Casa de la Portera para saber adaptarse a los malos tiempos me resultó muy consolador. Quién sabe, quizá pueda haber salidas incluso en lo más negro de la crisis si logramos pensar el mundo de otro modo. Pero ojo, esto hay que decirlo con cuidado; verán, hace poco escuché una aguda observación sobre los enfermos de cáncer: “Me irritan los que sostienen que te curas si eres lo bastante optimista, como si encima de tener un tumor tuvieras que estar siempre animoso y no curarte fuera culpa tuya”. Pues lo mismo: a ver si los parados encima van a tener la culpa por no ser lo suficientemente imaginativos para reinventarse. Pero, dicho esto, ¿no es un alivio comprobar que se puede crear trabajo (y belleza) de la nada?

http://elpais.com/elpais/2012/04/30/opinion/1335781370_491426.html



ROSA MONTERO 08/02/2012
Mariposas

Ya saben que, según la teoría del caos, el aleteo de una mariposa en Pekín puede llegar a producir un huracán al otro lado del mundo. De igual modo, la crisis económica puede generar una carambola de consecuencias fatales. Y así, en un hospital español está ingresada una joven marroquí, sola, analfabeta y con una vida muy dura, que ahora además padece una enfermedad gravísima. Su única posibilidad es un trasplante de médula; tras meses de peripecias, los médicos consiguieron analizar a un hermano adolescente que vive en un pueblecito del Magreb y descubrieron que era compatible como donante. Mil gestiones más tarde se logró que pudiera venir en avión desde una ciudad marroquí. Tenía que llegar a España el 30 de enero, pero su vuelo no salió porque dos horas antes cerró Spanair. Y allí quedó tirado el muchacho, sin dinero, sin otra opción de viaje, porque Spanair era la única compañía aérea de la ciudad, y sin más expectativas que el frenético esfuerzo de los médicos para intentar traerlo a tiempo (al parecer hay ciertas esperanzas). Siempre terminan pagando los más débiles y la desgracia rebota hasta muy lejos.
Pero quizá podamos rebotar otras cosas. Veo en Madrid las colas ante los puntos de reparto de alimentos y recuerdo que, tras las pasadas elecciones, el dueño de un caro restaurante madrileño me contó que los políticos salientes se estaban dando un sinfín de comilonas de despedida a cargo del Estado.
No quiero ser demagógica: solo pretendo señalar, una vez más, la falta de respeto a la cosa pública que padecemos los españoles, la precariedad de nuestra conciencia civil y colectiva. Si fuéramos capaces de ser corresponsables y austeros de verdad, tal vez pudiéramos generar un aleteo que acabara por sacarnos volando del agujero.

 



ROSA MONTERO 07/01/2012
La luz de un pequeño barco en la oscuridad
 
Los humanos somos animales sociales, y no sólo necesitamos vivir con los demás, sino que además o sobre todo anhelamos ser comprendidos, es decir, ser capaces de comunicar hasta el más remoto rincón de nuestra intimidad con los seres queridos. De hecho, creo que éste es uno de los mayores malentendidos de la vida en pareja, un espejismo que puede provocar la ruina de la relación, porque muchos enamorados, sobre todo si son jóvenes, aspiran a la fusión absoluta con el amado, a quien imaginan como el alma gemela con quien compartirlo todo; y luego, claro, cuando la pareja muestra inevitablemente otros gustos o no entiende determinadas emociones, entonces algunos se lo toman a la tremenda, como si eso fuera la prueba irrefutable de que se han enamorado del hombre o la mujer equivocados.

Pero el caso es que la media naranja idéntica no existe, y es ilusorio pensar que pueda haber en el mundo una persona con quien entenderte al cien por cien. ¿A quién se le puede decir todo? Obviamente, a nadie. Y, sin embargo, ¡cuánto necesitamos decir y compartir! Todo esto lo pensé hace unas semanas, muy tarde en la noche, sola en un apartamento frente al mar. En el agua negra, lejos de la costa, parpadeaba una luz temblorosa y fluctuante, sin duda la pequeña luz de un barco de pescadores. Me encantó descubrirla, me encantó mirarla. Me sentí unida a esos pescadores en la oscuridad. ¿Quiénes irían en el barco? ¿Qué estarían pensando mientras subían y bajaban suavemente en el vaivén del agua? Nunca sabrán que ellos y yo estuvimos tan cerca en esa madrugada, unidos por los destellos de su fanal. Un mensaje luminoso llegado de extramuros. Señales de otro mundo. Y pensé: ¿a quién puedo decirle que estoy viendo esa luz, que me siento tan próxima a esos pescadores desconocidos como si fuéramos los últimos habitantes del planeta? Pero era tarde, no podía llamar a nadie e incluso me parecía una tontería y una cursilada soltarle todo esto a algún pobre amigo pillado por sorpresa. Y, sin embargo... ¿por qué la belleza no parece tan bella si no se puede compartir?

Uno es tantas cosas. Tantas pequeñas, ínfimas cosas. Esa luz entrevista en el agua negra. Un estremecimiento de alegría al escuchar una canción. Una reflexión, una pena, una caricia. Sentimientos, conocimientos y memorias. Todo un universo de menudencias imposible de transmitir a los demás. En uno de sus libros de memorias, Simone de Beauvoir decía que lo que más le apenaba de envejecer y de su cada vez más cercano horizonte de mortalidad era la desasosegante idea de que se perdieran todos los conocimientos que había acumulado en su ya larga vida. Todos los libros leídos. Las películas vistas. Los pensamientos hilvanados. Las músicas disfrutadas. Ese largo esfuerzo, esa compleja edificación intelectual y ese deleite desaparecerían sin dejar rastro al morir ella, como una bonita pompa de jabón al estallar. Y es que uno es eso, justamente. Somos una suma de bagatelas. Por eso en su precioso y premiado libro Tiempo de vida, escrito tras la muerte de su padre, Marcos Giralt Torrente se embarca en unas cuantas retahílas descriptivas de los gustos paternos: "Tenía debilidad por los fritos y por todo lo que llevara bechamel (...), le gustaban los embutidos, los macarrones, las albóndigas; le gustaba el repollo, la remolacha, el atún...". Unos párrafos tan triviales que resultan profundamente conmovedores. El leve y enredado garabato de nuestra identidad también se construye sobre el placer con que te comes unas croquetas.

En su momento no hablé
a nadie del barco fantasmal y de la luz parpadeante, del mar negro y de la conmovedora cercanía que sentí por un instante con esos pescadores que jamás veré. Pero hoy estoy escribiendo sobre ello: qué privilegio. Para eso se escribe, se pinta, se compone una sonata. Para escapar del encierro de nuestra individualidad. Y para eso se lee, se va al cine, se escucha la música. Para unirnos a los demás, para saber que no estamos solos. Aunque después todo desaparezca, como decía Beauvoir. Pero en el entretanto están los amigos y los amados. Está la posibilidad de compartir de cuando en cuando una emoción profunda, y la suerte de poder sentirte acompañado, aunque sólo dure un momento, aunque sólo sea un chispazo, un espejismo, como la incierta luz de ese solitario barco en la negrura.

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