VIVAN
LAS CAENAS
El Correo de Bilbao (27/11/2011)
En el blog lamentable.org, José María Mena, uno de los jueces más honestos que han pasado por este país, analiza el resultado de las elecciones comparando la situación de hoy a lo que ocurría en España en 1814, cuando los ciudadanos recibieron al rey gritando en ardor guerrero “Vivan las caenas”. Es sorprendente comprobar hasta qué punto son exactos los términos de la comparación. Sí es cierto, estamos definitivamente en manos de los mercados y no es que no estuviéramos en camino cuando oíamos hablar a Zapatero, empeñado en convencernos de que las medidas que iba aplicando con entusiasmo infantil no tenían por qué decepcionar ni escandalizar a la izquierda porque eran las únicas posibles en la situación en que nos encontrábamos.
No digo que la forma de afrontar la crisis por parte del presidente sea la única responsable de habernos lanzado en brazos de los mercados, pero sí que lo es la profunda decepción de la izquierda de este país que puesta a votar prefería votar al PSOE que al PP.
“Y ¿qué otra cosa podría haber hecho Zapatero, preguntaba un amigo, sino obedecer a ciegas el mandato de la UE, o lo que es lo mismo, de la Merkel? Europa le presionaba”. Es cierto, Europa le presionaba, más aún, le obligaba, pero si hubiera sido fiel a su ideología lo primero que tendría que haber hecho es armarse de valor, aparecer en televisión, explicar sin ocultaciones ni ambages en qué consistían las medidas que nos obligaban a tomar, lo poco que servirían para acabar con la crisis –como se ha visto-, la esclavitud que nos obligaban a aceptar como país y la nefasta influencia que tendría todo ello en los resultados de las próximas elecciones generales. Y convocar un referéndum en el que los ciudadanos le confirmaran su confianza de que él y solo él podía guiar al país en una situación tan difícil como la que se avecinaba. Y si no, siempre tenía el recurso de convocar nuevas elecciones y dimitir con lo cual, si explicaba sus razones ideológicas sobre todo, sin esos falsos respetos que tienen nuestros gobernantes para ocultar los verdaderos motivos de su comportamiento, habría pasado a la Historia de este país como el Presidente más honesto, el de más coraje.
Pero no lo hizo, no solo esto sino que se permitió cambiar la Constitución para asegurar la obediencia a los mercados antes que la práctica de los derechos fundamentales, y amplió las bases americanas sin ni siquiera consultar al pueblo soberano. Sin olvidar el trato preferente a la Iglesia.
¿Por qué extrañarse de los resultados? Siempre hemos sabido que, contra lo que opina la derecha, la diferencia entre ella y la izquierda es fundamentalmente ideológica, así que para la izquierda prevalece la decepción y para la derecha la victoria, tanto la una como la otra al precio que sea. Y así estamos ¡vivan las caenas!
Rosa
Regàs
CIUDADANOS DE SEGUNDA O TERCERA
El Mundo
digital (21/11/2011)
Ahora que
ya han pasado las elecciones y que no tenemos porque ponernos a reflexionar sin
comentar los exabruptos de ciertos políticos, creo que es el momento de
censurar la salida de uno de los grandes del Partido Popular en Mallorca creo
que era, (Alfonso Rus Perol –alcalde
Játiva y Presidente de la Diputación de Valencia-) que no tuvo el menos
empacho en proclamar que la victoria del 20N habría que celebrarla con “vino y
mujeres”. Todos los que conocemos el sentido de esta frase que hemos oído hasta
la saciedad en boca de seres profundamente despreciables por lo que tienen de
machistas, nos quedamos sorprendidos, porque no nos cabía en la cabeza que un
político tuviera la desvergüenza de decir en público –en privado lo dicen y lo
hacen- una brutalidad de este calibre. Nos sorprendió más aún que el interfecto
tuviera el cinismo de decir algo así como que cuando se había referido a
“mujeres” se refería a sus tías o primas o hermanas o incluso a su madre.
No, no hay
forma de disfrazar esta frase hecha porque todos entendemos por ella lo mismo
que tan sensible ciudadano, que para esto sirve el lenguaje, es decir, lo mismo
que entiende Berlusconi por poner un ejemplo sobre lo que hay que hacer con las
mujeres a la hora de celebrar victorias regadas con alcohol. ¿O es que no lo
hemos visto en las cuentas de ciertos banqueros, (o “cajeros” por lo de
directivos de las Cajas), a los que se les han descubierto cuentas millonarias
gastadas en alcohol y prostitutas para celebrar supongo los pingües beneficios
que han logrado adjudicándose indemnizaciones millonarias?
Es
aterrador que una persona que va a dedicarse a la política se atreva a tratar
al género femenino, incluida su madre y su hermana y su paciente esposa, como
un ser a su disposición y de su propiedad para hacer con él lo que le venga en
gana. Pero todavía lo es más que ese político no haya dimitido como
correspondería a una persona educada y honestamente responsable.
Desgraciadamente no es así, no ha sido así y una vez más hemos tenido que
sufrir el insulto de un machista acostumbrado a correrse juergas en las que las
mujeres les pertenecen y como tal pueden tratarlas como animales, como esclavas
sexuales, como seres de segunda o de tercera categoría.
El nivel de
nuestra clase política no es la de este ordinario juerguista empedernido, pero
el hecho de que exista en ella un espécimen como él y que los demás no le hayan
obligado a dimitir o por lo menos no hayan censurado su insulto, nos viene a
decir mucho de lo que tenemos en el país: ordinariez, machismo, descalificación
sistemática y grosería de la peor especie.
¿Cómo
evitaremos que a ese despreciable ser le surjan imitadores que tal vez no se
detengan en el insulto y el maltrato, y pasen, como pasan, a violencias
mayores? No es de extrañar que sean tan pocos los políticos que cuando una
mujer es asesinada por violencia machista tienen la delicadeza y el respeto a
la víctima como para asistir al funeral o al entierro como hacen todos cuando
la víctima lo es de terrorismo. Y es que en nuestro mundo no solo los
ciudadanos son de primera o de segunda, sino también los cadáveres. Y todo
comienza por una falta de respeto, deberíamos saberlo.
Rosa Regàs
La República
Escribo estas líneas, en el atardecer del día 14 de abril, un poco antes
de las múltiples manifestaciones en conmemoración 80º aniversario de la Segunda
República Española que han tenido lugar en muchas ciudades del país y en
infinitas instituciones privadas y públicas. El recuerdo de lo que fue la
República, de lo que se propuso y de la forma ignominiosa en que fue vencida
por un golpe de estado, han quedado profundamente inscritas en el corazón de
miles de ciudadanos, a pesar del olvido a la que se la ha sometido y a la
tergiversación de sus intenciones y logros, proclamados a los cuatro vientos
como injusta y siniestra justificación de la traición de ciertos miembros del
ejército que habían jurado fidelidad a la República.
En la ensoñación de una fecha tan importante para la Historia de nuestro país, me asomo a la ventana y como si el mundo quisiera celebrarlo conmigo y con tantos ciudadanos y ciudadanas que echan de menos esta racional y más justa y democrática forma de gobierno, veo el rastro que va dejando la naturaleza primaveral y republicana en el campo, las flores moradas de las glicinas colgando de las parras, las rojas amapolas que con el buen tiempo se han anticipado al mes de la siega y un sinfín de florecillas amarillas que tapizan los prados y la tierra de los olivares. A veces, me digo, incluso la naturaleza parece estar envuelta en un halo poético.
En la ensoñación de una fecha tan importante para la Historia de nuestro país, me asomo a la ventana y como si el mundo quisiera celebrarlo conmigo y con tantos ciudadanos y ciudadanas que echan de menos esta racional y más justa y democrática forma de gobierno, veo el rastro que va dejando la naturaleza primaveral y republicana en el campo, las flores moradas de las glicinas colgando de las parras, las rojas amapolas que con el buen tiempo se han anticipado al mes de la siega y un sinfín de florecillas amarillas que tapizan los prados y la tierra de los olivares. A veces, me digo, incluso la naturaleza parece estar envuelta en un halo poético.
Cada vez somos más los que creemos en la labor que en solo cinco años
llevó a cabo la Segunda República y no por nostalgia de un pasado que consiguió
el progreso cultural, sanitario y de conciencia de lo público que hoy nos
escatiman los neoliberales que nos gobiernan o que pretenden gobernarnos, ni
como esperanza de lo que podemos legar a nuestros hijos, sino sobre todo por
los valores democráticos, cívicos, laicos, y por encima de todo de una forma de
vivir y de progresar que se fundamenta en la cultura, no entendida como
espectáculo mediático solamente sino como transmisión de conocimientos. Estamos
convencidos de que sin cultura no hay progreso, como lo demuestran tantísimos
ricos que siguen siendo tan poco lúcidos y tan poco solidarios como cuando eran
pobres y miserables.
Hoy es un día para el recuerdo. Recuerdo de tantísimos españoles que
lucharon por defender los valores democráticos y la legalidad contra la
dictadura, el atraso, la persecución por haber defendido estos valores y el
resurgimiento de unos poderes fácticos que no habían hecho más que mantener a
la nación en la miseria intelectual y física.
Quiero también recordar a Jaime Salinas recientemente fallecido, hijo del
poeta Pedro Salinas, que año tras año, en la dictadura y en la democracia,
defendió la Segunda República contra fascistas y aprendices de fascistas que
siempre tuvieron bula para el ataque y la descalificación sin pruebas, o con
pruebas inventadas.
Nuestro mejor homenaje a la República es el recuerdo y la lucha. Memoria
histórica recuperada y defensa –siempre incruenta- de un periodo breve y
glorioso.
Rosa Regás
Fuente: El correo de Bilbao
CRISIS
¿Hay
alguien convencido de que la economía de un país se sostiene por la
especulación?
Hemos
comprobado el cinismo de los grandes líderes del mundo tan defensores de las
leyes del mercado y del neoliberalismo más exacerbado, al proponer o defender
la intervención del Estado en empresas o bancos en dificultades o que no
funcionan. No se preguntan por qué no funcionan. Ni parecen recordar que los
que gobiernan son responsables de no haber detenido a tiempo ni unos procesos
especulativos que han conducido el país y el mundo a una crisis, ni unas
situaciones comerciales y financieras tan rocambolescas que incluso los que no
entendemos en finanzas, sabíamos que no podían durar.
Y no me
refiero sólo a lo que ocurre en los Estados Unidos, aunque supongo que más o
menos, en otro ámbito y en otra intensidad, tiene las mismas raíces que lo
que está ocurriendo en nuestro país: nadie tuvo agallas para evitar los
procedimientos especulativos cuyo único fin era el enriquecimiento personal,
cuando todavía se estaba a tiempo.
Porque los
poderes políticos cerraron los ojos a los descalabros de los banqueros en aquel
caso y de los constructores en el nuestro, ambos estrechamente relacionados,
como puede comprobar cualquiera, sea cual sea su ámbito profesional. Porque
todos sufrimos las consecuencias de la crisis en la que estamos sumergidos.
¿Así que
nuestros políticos, los americanos, ingleses, españoles y británicos, no tenían
ni idea de lo que se nos echaba encima? Deberían estar tan ocupados en rellenar
las arcas de sus instituciones, que ni siquiera se dieron cuenta. Pero nosotros
sí lo veíamos.
¿O es que
quedaba alguien que creyera que la burbuja de la construcción no estallaría?
¿Alguien convencido de que la economía del país se sostiene por la
especulación? ¿Algún inocente que defienda que la corrupción inherente a toda
especulación puede sustituir los beneficios de una economía basada en procesos
agrícolas o industriales, es decir en la creación de riqueza, y no en su
falseamiento apto sólo para destrozar paisajes y llenar los bolsillos de los
banqueros, empresarios y políticos desaprensivos?
Ahora, los neocon
del mundo exigen que sea el Estado, es decir todos nosotros, quien financie sus
pérdidas. ¿Pero acaso compartimos antes sus colosales beneficios?
Que autoricen al Estado a disponer de sus cuentas corrientes en paraísos fiscales, y confiesen desde cuando y en qué medida engañaron al fisco.
Sólo en
este caso sería justo que el Estado les ayudara.
Rosa Regàs
MÁS CRISIS
Dicen
algunos medios que los ciudadanos sólo hablamos de la crisis. Y nos sumergen,
voluntariamente o no, en pozos de pesimismo. El público responde situando sus
ahorros donde cree que estarán más seguros o ingresándolos en Bancos que,
haciendo ostentación de billones, compran otros bancos como si la crisis a
ellos no los afectara en absoluto. Hay quien compra todo el oro que puede con
la inocente presunción de que el oro ni sube ni baja. Y otros aún, se alegran
de vivir al día, de no haber ahorrado jamás y de estar libres de inversiones y
bonos que mantienen los corazones en un puño. Esto sí, todos estrechándose con
furia el cinturón.
Oímos a los grandes próceres de la economía mundial y nacional defendiendo o
atacando las medidas que los gobiernos se sacan de la chistera o del bolsillo
de los contribuyentes para hacer frente a la situación, y no hay quien se
detenga a la hora de exponer nuevas medidas que, en su opinión, deberían
sustituir las ya vigentes. Son los mismos que no supieron prever ni la
explosión de la burbuja bancaria ni la de la inmobiliaria.
Sin embargo, nadie cuenta a qué se debe este debacle universal. Sabemos lo que ha ocurrido en los Estados Unidos con sus hipotecas basura y los paquetes que con ellas se han hecho, a los que se les ha puesto un precioso nombre y se los ha lanzado a la especulación más vergonzosa hasta que al tercer o cuarto comprador/vendedor enriquecido, la operación se ha venido abajo y ha quedado en nada, es decir, en deuda.
Sabemos también porque era obvio lo que ha ocurrido con la construcción.
Pero ahora
resulta que en España el gobierno ha aumentado la garantía de los depósitos.
¿Es que hay algún problema con los bancos? Y si es así, ¿qué ha ocurrido para
que hasta hace unos meses se publicaran los cientos de miles de millones que
ganaban? Si ha habido mala gestión, ¿por qué darles más dinero y en cualquier
caso, por qué no contarnos de verdad en qué ha consistido esta mala gestión?
Tanto
criticar los intentos de nacionalización de empresas y bancos por parte de los
gobiernos de América Latina, y ahora callamos ante la vergonzosa intervención
del Estado que practican como única solución los gobiernos más capitalistas del
mundo para salvar la piel de tantos especuladores que nunca se han visto
sometidos a control ninguno y que saldrán de ésta como siempre: vencedores y
con dinero.
Miedo
poco, pero indignación toda.
Rosa Regàs
Rosa nos
envía este enlace en el que se explica la crisis en clave de humor.
Imprescindible:
http://www.dailymotion.com/video/k1Xvhx4q9eSaKcHSpY
http://www.dailymotion.com/video/k1Xvhx4q9eSaKcHSpY
Vocaciones
ocultas
Rosa
Regàs, Comité de Apoyo de Attac
La vejez
es un tiempo privilegiado, un regalo del azar para retomar lo abandonado en la
juventud.
Hace muchos
años, a finales de 1994, me invitaron a dar una charla en un pueblecito de La
Mancha a un grupo de personas que pertenecían a un club de lectura que había
leído Azul, mi última novela en aquel momento.
Llegué al lugar y me sorprendió el ambiente de alegría que había entre aquellas diez o doce mujeres y dos o tres hombres que llenaban la pequeña sala que les había prestado el ayuntamiento. Eran personas mayores, mayores que yo que acababa de cumplir 61 años, pero llenos de entusiasmo por la lectura y por la charla.
Cuando acabé hablaron todos porque tenían muchas cosas por decir del libro, de las discusiones que la lectura había provocado entre ellos, sus distintas interpretaciones, lo que no entendían y lo que no admitían del comportamiento de ciertos personajes.
Luego al acabar y como me había dicho la chica que organizaba el club les hablé de la vejez, en la que ya estábamos todos inmersos, y contagiada del ambiente optimista de la sala y del gozo bien aparente de su participación, les vine a decir que la vejez, era un tiempo privilegiado, un regalo de los dioses o del azar, para que pudiéramos retomar lo que habíamos abandonado en nuestra más tierna juventud o iniciar un largo proceso de realización de nuestra vocación más oculta y realizar tantas, tantísimas cosas que no habíamos podido hacer ni conocer cuando estábamos ocupados y preocupados por el trabajo y la familia, pero que había llegado el momento y que todo estaba en nuestras manos. Nunca es tarde para las vocaciones ocultas, les dije como había de repetir tantas veces en el futuro cargadas cada vez con mayor convencimiento. No tenemos más que conocerlas, descubrirlas y realizarlas. Tenemos tiempo y tenemos facultades, no es cierto que con los años s deteriore nuestra inteligencia.
Dimos innumerables vueltas sobre el asunto y comprobé cómo un soplo de optimismo les llegaba, a ellas, unas mujeres que tímidamente ya habían comenzado a descubrir lo que son la autonomía y la lectura, por el simple hecho de asistir cada semana a esas reuniones desde sus lejanas casas de labor.
Llegué al lugar y me sorprendió el ambiente de alegría que había entre aquellas diez o doce mujeres y dos o tres hombres que llenaban la pequeña sala que les había prestado el ayuntamiento. Eran personas mayores, mayores que yo que acababa de cumplir 61 años, pero llenos de entusiasmo por la lectura y por la charla.
Cuando acabé hablaron todos porque tenían muchas cosas por decir del libro, de las discusiones que la lectura había provocado entre ellos, sus distintas interpretaciones, lo que no entendían y lo que no admitían del comportamiento de ciertos personajes.
Luego al acabar y como me había dicho la chica que organizaba el club les hablé de la vejez, en la que ya estábamos todos inmersos, y contagiada del ambiente optimista de la sala y del gozo bien aparente de su participación, les vine a decir que la vejez, era un tiempo privilegiado, un regalo de los dioses o del azar, para que pudiéramos retomar lo que habíamos abandonado en nuestra más tierna juventud o iniciar un largo proceso de realización de nuestra vocación más oculta y realizar tantas, tantísimas cosas que no habíamos podido hacer ni conocer cuando estábamos ocupados y preocupados por el trabajo y la familia, pero que había llegado el momento y que todo estaba en nuestras manos. Nunca es tarde para las vocaciones ocultas, les dije como había de repetir tantas veces en el futuro cargadas cada vez con mayor convencimiento. No tenemos más que conocerlas, descubrirlas y realizarlas. Tenemos tiempo y tenemos facultades, no es cierto que con los años s deteriore nuestra inteligencia.
Dimos innumerables vueltas sobre el asunto y comprobé cómo un soplo de optimismo les llegaba, a ellas, unas mujeres que tímidamente ya habían comenzado a descubrir lo que son la autonomía y la lectura, por el simple hecho de asistir cada semana a esas reuniones desde sus lejanas casas de labor.
Pasaron diez años y de nuevo en una sala de conferencias en Murcia, se me acercaron una serie de personas pidiendo autógrafos y dedicatorias. Entre ellas había un hombre mayor, muy mayor, alto y bien vestido, con un chaleco a cuadros y una camisa muy blanca. Le pregunté si quería que le dedicara un libro y me dijo que no, que había venido sólo para hablarme un momento, si yo lo tenía. Por supuesto que lo tenía.
Cuando la gente fue dispersándose le invité a sentarse a mi lado y entonces, al principio titubeando un poco pero enseguida con gran seguridad, comenzó a hablar: «Yo estuve en una charla que dio usted en aquel pueblo de la provincia de Albacete. Había ido sin ganas y un poco forzado por mi mujer, pero al salir me quedé pensando en lo que usted había dicho y en el debate que lo siguió. Sí, me decía, yo siempre quise estudiar matemáticas, pero de esto hacía muchos años y casi nunca había vuelto a pensar en ello. Seguí dándole vueltas y me pareció que tenía sentido intentarlo. Así que comuniqué a mi hijo y a mi nuera con los que vivía, y a sus hermanos cuando fueron a comer con nosotros aquel domingo, que había decidido comenzar a estudiar porque quería presentarme al examen de entrada en la universidad, 'mi intención, les dije, es matricularme en la Facultad de Ciencias de la Universidad a Distancia en la especialidad de matemáticas'.
Se armó un revuelo impresionante, me tildaron de loco, me acusaron de ser un irresponsable, un niño, de no querer aceptar que mi cerebro ya no estaba para estos trotes, que a mi edad, yo entonces tenía 75 años, me exponía a sufrir un ataque al corazón o una embolia si forzaba mi cerebro, y muchas cosas más que ya he olvidado. Los dejé hablar y me matriculé y estudié por correspondencia para intentar pasar ese examen. Me costó al principio porque me faltaba práctica y tuve que ponerme al día e iniciarme en el manejo de las nuevas tecnologías que nunca había conocido, pero enseguida fui adquiriendo ritmo y disciplina y mi entusiasmo no hizo sino crecer aún a pesar de las reconvenciones de mis hijos que insistían en lo pernicioso que podía ser tanto esfuerzo para mi salud mental, y en la preocupación de mi mujer que me aprobaba aunque se encontraba entre la espada y la pared. Seguí estudiando y pasé el examen. Y al siguiente curso pude matricularme en Ciencias Exactas, como se llamaba en mi juventud.
Poco después murió mi mujer y con la pensión que tengo decidí alquilar un pequeño apartamento en Murcia, de una habitación, cocina y baño, para vivir allí solo y seguir estudiando, con el consiguiente escándalo que me formaron mis hijos. '¿Sólo? ¿Sólo has de vivir tú que nunca has cocinado ni limpiado ni lavado?' Tampoco les hice caso. Acabé el primer curso, luego el segundo, el tercero, el cuarto y el quinto y después estuve tres años más estudiando para preparar el doctorado. Ahora ya soy doctor, sigo viviendo en el mismo apartamento que mantengo bastante limpio y aseado y a mis hijos ya no parece obsesionarles que fuerce mi mente ni sufren por mi salud, al contrario, ahora se sienten muy orgullosos de mí, lo que me complace de verdad».
Se detuvo
un momento y continuó: Lo que le he contado no es más que un preludio, lo que
quería decirle es lo siguiente: «Tengo 84 años, sigo bien de salud aunque
observo que día a día todo mi proceder va siendo levemente más lento. He tenido
una vida feliz, he sido empleado de banca en mi pueblo natal que usted ya
conoce, no he sido un hombre rico pero ni a mí ni a mi familia nos ha faltado
nunca nada, he querido mucho a mi mujer y ella me ha querido igualmente y he
tenido mucha suerte con mis hijos y con mis nietos. Se que no soy inmortal y
que cualquier día puedo no despertarme, pero no me preocupa porque en todos los
años que he vivido jamás había sentido una plenitud mayor que la que siento
ahora que estudio y trabajo en un proyecto de investigación matemática con un
equipo de la Universidad».
Publicado en "El Diario Montañés", el 6-3-2011.