Una boñiga
Del mismo modo que los alemanes, según Phil K. Dick, ganaron la II
Guerra Mundial haciendo creer a los aliados que la habían perdido, quizá
el teniente coronel Tejero, tras fingir que se rendía, tomó para
siempre el Parlamento. Fruto de ese golpe de Estado sería la realidad
actual, en la que rige una Constitución que es papel mojado en sus
máximas aspiraciones, ya que ni los españoles somos iguales ante la ley
(y después de Gallardón menos) ni, según la última reforma laboral,
tenemos el derecho al trabajo que antes al menos se nos reconocía en la
teoría. Todo ello por no hablar de la entelequia esa de la vivienda
digna o del acceso a la sanidad y la educación públicas. Nos ha tocado
en suerte, por si fuera poco, un ministro de Cultura beato cuya máxima
aspiración es parecerse a un toro bravo españolista (no hay toros bravos
simplemente españoles). Más aún: se indulta a los banqueros ladrones y a
los torturadores declarados mientras se deja escapar con triquiñuelas
jurídicas a los capos de mafia internacional. Así las cosas, cuando el
PP compara al 15M con Tejero, no hace otra cosa que desviar la atención
de sí mismo. Ellos son Tejero. No solo incumplen el programa que los
llevó al poder, sino que saquean al ciudadano obedeciendo órdenes de las
mafias financieras internacionales. Nada de lo que inspiró la
Constitución del 78, comenzando por su preámbulo, sigue en pie ahora
mismo. Es cierto que se mantiene la formalidad de votar cada cuatro
años, aunque ya el ciudadano ha quedado advertido de que la relación del
partido ganador con su programa no es vinculante y que el voto, por lo
tanto, vale lo mismo que una boñiga. ¿Quiénes, pues, son los verdaderos
okupas, los que están dentro del Parlamento, teledirigidos por intereses
foráneos, o quienes son minuciosamente apaleados, y en todos los
sentidos, a sus puertas?
http://elpais.com/elpais/2012/12/13/opinion/1355425686_952146.html