JUAN JOSÉ MILLÁS 16.12.2013 laopiniondezamora.es
A ver, lo de la policía privada es la deificación del uniforme. El uniforme como identidad. Es falso que el hábito no haga al monje. Quizá fue cierto en alguna época, no en esta, no, ya nunca más. Uno escucha hablar, no sé, a Montoro, y se dice: Este señor no puede ser ministro de nada; como mucho, un jefe departamento con fama de gracioso, un animador de las comidas navideñas que se ríe de sus propios chistes, un indiscreto que cuenta cosas que solo puede conocer por su trabajo, un cotilla, un charlatán? Pues le ponemos el uniforme de ministro de Hacienda y ahí lo tienen, de ministro de Hacienda, que es tanto como decir que Báñez puede ser ministra de Trabajo o Mato de Sanidad. Y lo son, en efecto, de Trabajo y de Sanidad respectivamente. ¿Por qué? ¿Por méritos? Para nada. Por el uniforme.
De lo que no estamos seguros es de la distancia que va del uniforme al disfraz. En todo caso, el capitalismo furioso del que somos víctimas se está encargando de acortarla. En el futuro, usted será esto o lo otro, no cuando le den el uniforme correspondiente, sino cuando lo disfracen de tal. Muchas prendas que veníamos tomando por uniformes eran ya, de hecho, auténticos disfraces. Piensen, por poner un ejemplo, en Blesa, el expresidente de Caja Madrid. Esos trajes, esas camisas, esas corbatas que lucía en los cócteles parecían las partes de un uniforme de impecable diseño. Pues no: eran los fragmentos de un disfraz. Ponte esto, le dijo en su día Aznar a través de Esperanza Aguirre, y toma posesión. Seamos claros: daba el pego, de hecho vendió miles de millones de preferentes en cuatro días. Pero se trataba de un impostor al que el hábito había convertido en monje.
Hablando de hábitos, ¿por qué los curas de barrio ya no usan la sotana? Porque la sotana, con el paso del tiempo, había devenido de uniforme en disfraz. Se sentían disfrazados, lo que rebajaba la calidad de su ministerio. Ahora que la Iglesia abandona esos signos externos, los retoman las instituciones civiles. Vuelve el hábito, regresa el uniforme, está al caer el disfraz.
-Vístase usted esta chaqueta y estos pantalones. Hala, ya es policía nacional.
Tiempos duros para el raciocinio.
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