domingo, 11 de marzo de 2012

Entonces será tarde

JUAN JOSÉ MILLÁS
Información.es 10/03/2012

 http://www.diarioinformacion.com/opinion/2012/03/10/sera-tarde/1232342.html


Un hombre se quita el cinturón y se dirige hacia una mujer dispuesto a azotarla. No es un hombre cualquiera, ostenta un cargo de representación, es un miembro ilustre de la sociedad, un espejo en el que muchas personas se miran. La escena, por otra parte, no se desarrolla en Arabia Saudí, tampoco en el interior de un sueño. Todo sucede aquí, en la realidad palpable, aunque las imágenes poseen la blandura viscosa de las pesadillas, su liquidez espesa y de contornos difuminados, pues están grabadas con un teléfono móvil y en condiciones difíciles. En todo caso, el sujeto amenazante es uno de los nuestros y la mujer amenazada una de las nuestras. Quiere decirse que permanecemos perplejos viéndonos a la vez con el cinturón en la mano, pero también debajo de él. El asunto es tan grotesco, tan de falla valenciana, que se despacha fundamentalmente a base de humor.

Las fallas nos mostrarán dentro de unos días, magnificados, todos nuestros defectos. Una falla es con frecuencia un editorial: pone el foco en un asunto para retratarlo desde todos sus ángulos con la claridad con la que vemos una ameba al microscopio. Solo que en la ameba, al contrario que en las fallas, no hay humor. Si a la realidad le quitas su cuota de retórica, si la limpias como a un pescado, sacándole los lomos, aparece un tipo con un cinturón azotando a una chica. A veces, la retórica se diluye con el paso del tiempo. El tiempo tiene algo de lejía, de Ajax Cloro, de Fairy quitagrasas. Observado, por ejemplo, desde hoy el aplauso encendido que el PP se dio a sí mismo tras decidir participar en la guerra de Irak, se nos ponen los pelos de punta. Estaban dando un sí alegre a un acto terrorista que produjo miles de muertos civiles, miles de torturas, millones de mutilaciones. ¿Volverán a revivir algunos de los aplaudidores, al cerrar los ojos cada noche, aquella alegría infantil provocadora de tanto sufrimiento?

Dentro de unos años, cuando repasemos, despojadas de la retórica actual acerca de a crisis, las imágenes del Congreso en las que se votó y se aplaudió la reforma laboral, ¿qué pensaremos? Nos darán tanta vergüenza, creo, como las del tipo que se quitaba el cinturón para amenazar con él a una mujer. Pero entonces será tarde.