sábado, 28 de abril de 2012

Un sindiós

-Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir-

Juan José Millás-El País \ 27/04/2012


Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos:
Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal.
Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables.
En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública.
No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola.
Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca.
Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo.
Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía.
A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales.
Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa.
A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.


http://elpais.com/elpais/2012/04/26/opinion/1335442116_849344.html

Un sindiós

-Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir-

Juan José Millás-El País \ 27/04/2012


Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos:
Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal.
Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables.
En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública.
No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola.
Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca.
Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo.
Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía.
A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales.
Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa.
A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.


http://elpais.com/elpais/2012/04/26/opinion/1335442116_849344.html

sábado, 21 de abril de 2012

Teología y sexo

Los telediarios en los que sale monseñor Reig apestan a sexo rancio, a testosterona caducada y a ignorancia roquefort

JUAN JOSÉ MILLÁS - LAPROVINCIA.ES 20/04/2012

A Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá, le gusta más hablar de sexo que de Dios. De hecho, a Dios ni lo menciona últimamente porque lo que a él le pone no es la teología, sino la sexología. Acabará abriendo en el palacio episcopal una consulta de enfermedades venéreas como las que se veían en el Madrid de los años 50 del pasado siglo, una consulta cutre, con chinches y olor a formol. Aparece monseñor en la tele y a mí me da un ataque de sinestesia, pues percibo su olor a través de la vista. Lo huelo tanto que he de taparme las narices y ventilar luego la casa. Los telediarios en los que sale monseñor Reig apestan a sexo rancio, a testosterona caducada y a ignorancia roquefort. No todas las ignorancias huelen igual, pero la del obispo de Alcalá huele a roquefort, o sea, a pies. Que se asee un poco.

He ahí, en fin, un caso de vocación equivocada, como el de tanta gente que empieza una carrera y la abandona a la mitad por otra, o como tanta gente que finge formarse en esto y se forma en aquello. La pregunta es dónde obtuvo Reig los profundos conocimientos de que da muestras acerca del sexo. En otras palabras: ¿Disimulaba, de estudiante, los textos de sexología entre las tapas de los de teología o los de teología entre los de sexología? En cualquier caso, estudiara lo que estudiara, de lo que a él le gusta presumir es de formación venérea, de técnicas amatorias y de testosterona. No es que la religión no le haya servido de nada, pues gracias a ella sabe que la homosexualidad es una enfermedad que se cura con las terapias adecuadas y que los homosexuales castos pueden ser muy felices. Esa combinación multidisciplinar entre religión y genitalidad (la genitalidad le encanta) podría dar lugar a una nueva disciplina intelectual de enorme éxito, como cuando a alguien se le ocurrió juntar Económicas y Empresariales.

Ahí está Monseñor, ahí sigue, utilizando el púlpito y la tele para propagar el odio a la diferencia sin que sus superiores se atrevan a llamarle al orden. A lo mejor es que a sus superiores, como tema de conversación, les pone también más el sexo que Dios.


http://www.laprovincia.es/opinion/2012/04/20/teologia-sexo/452410.html


domingo, 15 de abril de 2012

Mal día para matar elefantes


Carlos Carnicero 14/04/2012

Circulaba por las redes sociales una foto del Rey con un elefante al que se supone que acaba de dar caza. El enlace a  la foto ha sido censurado.  Esconder los hechos es la torpeza que faltaba hoy por realizar. Mala gestión del servicio de prensa de la Casa Real. Es/era una imagen terrible de una animal en vías de extinción abatido por arma de fuego. ¿Qué les pasa a los Borbones con las escopetas? ¿No pueden vivir sin disparar?

 
Foto censurada del Rey con su víctima.

El Rey tiene derechos, muchos, y algunas obligaciones. Salir de España sin conocimiento de la opinión pública no parece indicado. Irse a cazar elefantes a África parece una frivolidad en todo caso y más en estos tiempos de crisis.

La Monarquía está en el ojo del huracán. La crisis del caso Urdangarín es de primer nivel. El accidente con arma de fuego del nieto mayor del Rey revela que algo anda mal en la Familia Real cuando se le deja manipular a un menor de trece años una escopeta de caza. Eso está expresamente prohibido.

La fatalidad ha hecho coincidir el accidente del Rey, con rotura de la cadera por tres sitios, en el aniversario de la República. Casualidad, sin duda, pero con cierta carga alegórica. La Monarquía estará vigente en España mientras los españoles quieran que esté. Ni un minuto más. Convendría que los miembros de la Corona tuvieran una prudencia y una ejemplaridad exquisita. Porque los tiempos de crisis promueven convulsiones y cambios. Y la monarquía, en España, se soporta en la legalidad y se mantiene por las simpatía y la eficacia del Rey como jefe del Estado. Pero no existe un gran arraigo social. La sombra de que el Rey fue nombrado heredero de la jefatura del estado por el general Franco no se ha borrado de la memoria. Y ese déficit se conjugó legalmente con la Constitución de 1978. Y el Rey consiguió su convalidación popular con su actitud frente al golpe del 23-F. Pero la Monarquía todavía necesita una convalidación cotidiana. Y cada vez que mete la pata una persona vinculada a la Familia Real, la institución se tambalea.

No son tiempos para matar elefantes. No debieran ser cazados nunca, pero menos en estos tiempos. No ha sido una cacería apropiada. Y los ciudadanos se preguntan cómo el Rey de España se puede ir a matar elefantes y solo nos enteremos cuando se fractura la cadera.




Sin piedad


Esto no es una crisis. Esto es una remodelación del mundo, emprendida por los poderosos 

Maruja Torres –  El País - 12 ABR 2012



Me preguntaron para una entrevista si Rajoy es el hombre adecuado para esta crisis. Respondí que, en primer lugar, esto no es una crisis. Esto es una remodelación del mundo, emprendida por los poderosos para que los débiles pierdan lo poco que han conseguido a lo largo de décadas de lucha. Esta es una asiatización, una tercermundialización (palabras nuevas para tiempos nuevos) de Europa, de la más indefensa, y más que eso, es el surgimiento de cosas que ni siquiera somos capaces de imaginar. Por lo menos, yo no tengo ni idea, pero me parece que caminamos hacia sociedades para las que Juego de tronos (adoro esa serie que representa nuestro pasado en el corazón de las tinieblas) será algo así como el telediario de mediodía.

Dentro de ese esquema de arrasamiento y derribo, claro que Rajoy y sus acompañantes constituyen la mejor opción. Lo que tienen que hacer lo hacen rápido, de un tajo, limpiamente, sin remordimientos. Al presidente de lo que va quedando de este país se le nota una ardiente impaciencia cada vez que no tiene más remedio que dar explicaciones en el Congreso, no sólo porque con la mayoría que se le ha otorgado se pasa las sesiones parlamentarias y a los adversarios políticos por el forro, sino porque sabe perfectamente que ni los congresistas ni los ciudadanos gracias a cuyo voto fueron elegidos van a pintar algo en el mundo que viene.

Rajoy es un gran liquidador, y su equipo de limpieza, muy competente. Para facilitar su tarea, de vez en cuando la mala oficial del PP, doña Esperanza Aguirre, se suelta la moña y plantea un nuevo dislate, y los coristas se escandalizan, vociferantes, o se ponen púlcramente en contra, y ahí queda eso. Esa apariencia de que se va improvisando.

De improvisar, nada. Está todo muy controlado.

http://elpais.com/elpais/2012/04/11/opinion/1334139253_564824.html

viernes, 6 de abril de 2012

Metástasis aeroportuaria

JUAN JOSÉ MILLÁS 05/04/2012 - laprovincia.es

Con un solo ayuntamiento, un aeropuerto y un Guggenheim van que arden los dos Quicios.

¿Un pueblo de cinco habitantes debe disponer de ayuntamiento, alcalde, concejales de cultura, de economía, de seguridad, etc.? ¿Puede un ayuntamiento ser más grande que la localidad para la que trabaja? No sabemos cuántos habitantes hacen falta para fundar un pueblo, no sabemos nada de nada. En España tenemos un Estado Central y diecisiete autonomías que han devenido en una suerte de metástasis del Estado porque con frecuencia llevan a cabo las mismas funciones, es decir, multiplican la burocracia, que es la enfermedad del Estado como la mixomatosis es la de los conejos. No nos habíamos diagnosticado la mixomatosis, o la burocracia, hasta ahora mismo porque el dinero público fluía como el vino. Teníamos agua caliente central y gas en cada piso. Y un pitorro por el que salía la pasta al girar la llave. Ahora la giras y no cae un euro, ni siquiera una peseta. Las tuberías gimen, sí, retumban, pero no sueltan nada. Quiere decirse que todo aquel dinero era líquido, como nuestra cultura. Lo paradójico es que disponiendo de tanta pasta líquida nos hayamos quedado sin liquidez.

El 46% de los pueblos españoles tiene menos de 500 habitantes. Quinientos habitantes no son nada. Los metes en un polideportivo y es lo mismo que si hubieras metido cinco garbanzos en una olla exprés de ocho raciones. Sobra polideportivo por todas partes. No digamos si los llevas a un aeropuerto. Pero aquí, hasta hace poco, si no tenías un aeropuerto, un polideportivo y un Guggenheim no eras nadie. Si no tienes ayuntamiento, tampoco. Quiere decirse que el asunto es grave. Entre Quicio de Arriba y Quicio de Abajo, dos pueblos limítrofes de cualquier provincia española, suman 80 habitantes, cada uno con su ayuntamiento y quizá su aeropuerto y su Guggenheim. La razón dice que Quicio de Arriba y Quicio de Abajo deberían fusionarse, al modo de las grandes empresas, para ahorrar costes. Con un solo ayuntamiento, un aeropuerto y un Guggenheim van que arden los dos Quicios. Eso es lo que dice la razón, pero cuando alguien está fuera de quicio, está fuera de quicio. No va a resultar fácil la fusión porque somos muy nacionalistas de las pequeñas cosas. Nos va la metástasis aeroportuaria, en fin. Buenos días.


http://www.laprovincia.es/opinion/2012/04/05/metastasis-aeroportuaria/449833.html

martes, 3 de abril de 2012

El lugar de la verdad, la justicia y la reparación

Baltazar Garzón - El País 01/04/2012



El jurista Baltasar Garzón defiende en este artículo que se mantenga la investigación de los crímenes franquistas, la creación de una Comisión de la Verdad para lograr la reparación histórica de las víctimas y el logro de 500.000 firmas para hacer la petición al Congreso.

Están frescas aún las palabras del Tribunal Supremo por las que, en forma de sentencia, se me “absolvía”, después de casi dos años de suspensión de funciones debido en gran parte a injustificadas paralizaciones del proceso, de un supuesto delito de prevaricación por haber intentado investigar, y que lo hicieran otros jueces territorialmente competentes, los crímenes del franquismo como crímenes contra la humanidad. Esta investigación no debería quedar enterrada como lo están más de 100.000 personas desaparecidas en los campos españoles, cuyos restos recuerdan la dignidad de quienes exigen justicia, frente a la indignidad de quienes lo hicieron y la indiferencia de quienes permiten que la justicia siga ausente, asumiendo la vergüenza internacional del olvido y el silencio.

Aquella sentencia, en alguno de sus renglones, alude a la legítima aspiración de las víctimas a saber lo que sucedió, cómo y por qué, pero considera que la verdad histórica no es del mundo de la justicia y con ello desconoce el derecho humano de las mismas a la verdad, la justicia y la reparación, y da la espalda a la comunidad internacional que, en materia de derechos humanos, establece exactamente el principio contrario. Con esta decisión, de hecho, tales derechos han quedado arrinconados y destruidos, y las víctimas escasamente compensadas al permitírseles algunos testimonios conmovedores en el juicio seguido contra mí; pero incluso eso ha tenido que ser cuestionado por un voto particular ejemplo de lo que la justicia no puede ni debe ser en un marco democrático y de derecho.

El auto de la misma sala del pasado 29 de marzo (dictado, entre otros, por el magistrado Luciano Varela y el presidente Juan Saavedra, que mantuvieron, insistentemente, mi supuesto actuar delictivo por intentar investigar los crímenes del franquismo y proteger a las víctimas) resuelve la competencia en favor de los jueces de instrucción territoriales para la apertura de las fosas y recuperación de los cuerpos, algo que quedó perfectamente claro y diáfano en mi resolución de inhibición de 26 de diciembre de 2008, que ni siquiera mencionan. Visto el tenor de aquella resolución (“... en presencia de indicios objetivables de la existencia de restos de posibles víctimas de delitos susceptibles de localización (sic) —salvo cuando de la propia noticia contenida en la denuncia o querella se derive la inexistencia de responsabilidad penal actualmente exigible (sic)— pueda instarse del juez de instrucción competente, según el artículo 14,2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la práctica de las diligencias dirigidas a datar aquellas acciones criminales y, si fuera necesario, a la identificación de los afectados”), no garantizan, ni siquiera el supuesto mínimo de reparación al no exigir, como deberían, la realización de aquel derecho indiscutible y universal de las víctimas, limitándose a citar normas internacionales que, de hecho, no aplican.

En todo caso, quedan otras vías para que se reconozca el derecho actual a la justicia a las víctimas, como son las del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En ningún caso el olvido puede ser el resultado. No mientras queden fuerzas a quienes consideramos que la respuesta judicial es un derecho de las víctimas que no puede eliminarse por razones de oportunidad o un mal entendido principio de legalidad que obligaría exactamente a lo contrario, es decir, a satisfacer mínimamente aquel derecho.

Tampoco debe olvidarse que en nuestra Constitución está regulado el derecho de iniciativa legislativa en el artículo 87 que prevé la posibilidad de que los ciudadanos/as puedan impulsar la aprobación de leyes, como sería la que regulara la creación y desarrollo de una Comisión de la Verdad, por encima de las opiniones de los predicadores de la intolerancia y el desastre y asumiendo una realidad a todas luces imposible de ocultar: la falta de respuesta desde el Estado por la desaparición de más de 150.000 personas entre 1936 y 1951 en España como consecuencia directa de la represión franquista, hiciera un trabajo serio y exhaustivo y diera respuesta a todos los interrogantes que aún penden sobre ese periodo de nuestra historia reciente.

La Transición no abordó ninguno de los temas relacionados con los crímenes franquistas y su sanción, ni se habló de verdad, justicia o reparación. La falsedad en la que vivimos respecto de aquellos crímenes ha sido potenciada ahora por la sentencia del Tribunal Supremo que habla de la dificultad de compaginar los principios del sistema penal de enjuiciamiento con “la declaración de la verdad histórica de un hecho tan poliédrico como el de la Guerra Civil y la subsiguiente posguerra”.

Realmente es difícil asumir que la dictadura franquista fuera algo diferente de una pura y dura dictadura, y que a la falta de derechos, la persecución, el asesinato, la desaparición, la sustracción de menores a sus legítimas familias y la tortura contra miles de personas, se les denomine “hecho poliédrico”, pero más difícil todavía es, tratar de explicarlo fuera de España. Ni los más benevolentes lo entienden. ¿Acaso se investigaron aquellos crímenes o ha existido voluntad de investigarlos después, hasta el intento frustrado del juez que fue formalmente acusado y juzgado por ello? ¿Acaso una ley de amnistía se puede aplicar genéricamente sin determinación de autores ni de hechos y hacerlo además para amparar crímenes contra la humanidad? ¿Acaso se ha permitido la investigación que se proponía sobre los perpetradores vivos? ¿Acaso el actual Gobierno ha mostrado algún interés en aplicar hasta sus últimas consecuencias la raquítica Ley de Memoria Histórica? ¿Acaso tiene alguna justificación que se persiga a las víctimas por manifestarse ante el Tribunal Supremo en demanda de justicia? Son cuestiones, cuyo simple planteamiento demuestra que la epidermis de muchos políticos españoles y de una parte considerable de la sociedad es gruesa e impermeable para estos “temas menores”.

Después de lo sucedido en noviembre de 2011, el panorama conservador de España, las opiniones y decisiones que cuestionan avances democráticos evidentes y que van en contra de una opción vertebradora de la sociedad civil, son abundantes e inquietantes.

Bajo el paraguas de la crisis y la necesidad de salir de ella, se están orillando intencionadamente cuestiones cuyo planteamiento y solución afectan a la propia esencia de la convivencia democrática. La tendencia, claramente manifiesta ya, de obviar fórmulas alternativas de salida de la propia crisis, basadas en el crecimiento y no en los recortes; permitir el deterioro de la enseñanza y la cobardía institucional para afrontar una reforma que todos demandan; asumir la vaciedad del discurso político, que, huyendo del análisis de fondo, se queda en la descalificación y el insulto; huir de la reforma en profundidad de la justicia, que la haga verdaderamente transparente y eficaz; renunciar al cambio de modelo de participación ciudadana, que obligue a los representantes a ganarse el puesto más allá de las estructuras burocráticas de los partidos; amparar la lenidad en la persecución de la corrupción, que ha hecho, junto con la falta de compromiso de la clase política, que nos encontremos en una situación económica comatosa; destruir la cooperación internacional que aleja a España de lo que siempre le dio fuerza en el mundo; imponer un modelo económico que hunde a los trabajadores y exige demasiado poco a los causantes del desastre; o propiciar la negación de la memoria, la justicia y la reparación a las víctimas, que coloca a España en el furgón de cola de los países democráticos, son ejemplos que demuestran la degradación del nivel ético en un pueblo, auspiciado desde las propias instituciones con discursos fatuos y engañosos y que evidencian la necesidad de que un verdadero y definitivo cambio de paradigmas se produzca.

Es hora de dinamizar a todos los/as que todavía sienten la necesidad de comprometerse en la legítima lucha para superar el modelo de sociedad adormecida en favor del que representa una sociedad dinámica, solidaria y comprometida con la consolidación de aquellos valores de transparencia, participación, recuperación ética y defensa de los débiles, combatiendo a quienes, desde la soberbia y la negación, quieren imponer un modelo fracasado y obligar a mantener el más ominoso silencio.

La Comisión de la Verdad sobre los crímenes franquistas, que se propone, debería, con un carácter integrador e independiente, acoger los testimonios no solo de las víctimas que aún viven y que arrastran sus maltrechos cuerpos reivindicando con entereza y valor su derecho a ser oídas, en demanda de una respuesta del Estado, hasta ahora inexistente, sino también los testimonios de los que causaron el dolor y de los expertos. Y, con todo ello, contribuir, a través de sus conclusiones, a fijar, no solo la verdad histórica, sino la reparación personal y colectiva que se debe a las víctimas. Con ello se conseguiría cerrar definitivamente la herida que aún sigue abierta y divide a los españoles/as.

Una sociedad se fortalece a sí misma reconociendo lo que aconteció en un momento dramático de su historia, así como los hechos que propiciaron su ruptura y la sumisión a la voluntad del dictador. Y, en este sentido, no son el silencio y el olvido, ni la impunidad surgida de esa impúdica unión, los que deben prevalecer en la memoria de un pueblo, sino las decisiones que hicieron posible, la verdad, la justicia y la reparación de quienes sufrieron la represión y el dolor por parte de quienes tenían la obligación de protegerles y no lo hicieron.

La búsqueda de 500.000 firmas para hacer la petición al Congreso es el mínimo ético que debe mover a un pueblo para reencontrarse con la dignidad que otros le robaron y debe ser la piedra de toque para comprobar hasta dónde estamos preparados para afrontar con firmeza los tiempos difíciles que nos han tocado vivir, en forma diferente a la del seguidismo que otros nos marcan. Las generaciones que vivimos, en todo o en parte, el franquismo, le debemos este esfuerzo a los que no lo conocieron y que aún no saben el precio que se pagó, ni pueden valorar la pérdida de dignidad que supone la indiferencia de la que se hace gala con demasiada frecuencia.

El juez sudafricano Richard Goldstone, que en 1991 firmó el informe sobre la violencia en su país, declaró en 1999, en referencia a la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica: "Cada país tiene que enfrentar su propia historia y tiene que decidir qué tipo de justicia quiere, pero es un error terrible el de aquellos países que han tratado de olvidar su historia, su pasado, porque cuando eso sucede, y la gente simplemente sigue adelante con su vida es cuando la venganza y el odio aparecen".

Una Comisión de la Verdad en España es necesaria y si quienes tienen la obligación de construirla y desarrollarla no lo hacen, tendrá que ser la misma sociedad la que la impulse para recuperar esa dignidad que las víctimas nunca perdieron y poder construir un futuro que se sienta en paz con el pasado y que no se apoyé en decenas de miles de cadáveres a la espera de que la historia se repita.

Cuando la presentación de firmas en el Congreso se produzca, espero y deseo que su presidente, que tanto boato y trascendencia dio a la propuesta taurina de hace unos días, reciba con honores de Estado a las víctimas que acudan a depositar aquella iniciativa y les ofrezca su apoyo incondicional como representante de la soberanía popular, para dar prioridad a una demanda, cuya realización, amén de ser justa, nos reconciliaría verdaderamente a todos.

 

"Hay que derribar el silencio"

Baltasar Garzón

Decía Nelson Mandela, en una carta fechada el 1 de abril de 1985 y dirigida a la activista antiapartheid de mujeres blancas en Sudáfrica: “Puede que los ideales que albergamos, nuestros sueños más anhelados y nuestras más fervientes esperanzas no lleguen a cumplirse mientras vivimos. Pero eso no importa. Saber que en tu día cumpliste con tu deber y estuviste a la altura de las expectativas de tus congéneres es por sí misma una experiencia gratificante y un logro magnífico”. Esta cita viene al caso, porque la semana pasada, en el programa Parlamento de TVE, vi a un grupo de personas, representando a los toreros, aficionados y empresarios taurinos que presentaba una iniciativa legislativa, avalada por 590.000 firmas, para que los diputados discutan y aprueben una ley que regule de forma global a nivel nacional, la fiesta taurina, como forma de proteger las tradiciones populares y el patrimonio cultural patrio. El presidente del Congreso, los recibió con todo el protocolo y, sonriente, dijo que le parecía una iniciativa magnífica. No sé bien, porque mecanismo mental recordé el artículo recientemente publicado en este diario de Reyes Mate, en el que comparando el caso israelí y el español decía: “En España también hay que derribar un muro de silencio, pero desde una sensibilidad decididamente opuesta, en el caso de los herederos del franquismo, o prudencialmente distanciada, en el caso de los protagonistas de la transición. Ahora bien, lo que piden los testigos es ser escuchados y que se les haga justicia, aunque sea bajo la forma modesta del reconocimiento de una injusticia. No venganza, sino piedad. Pero ni eso”.


 

 

domingo, 1 de abril de 2012

Variedad de piquetes


JUAN JOSÉ MILLÁS La Opinión de Murcia 31/03/2012

Los piquetes empresariales son como la materia oscura porque, siendo invisibles, ocupan el 80% de la realidad en todas las huelgas. No los graban las cámaras de televisión ni los micrófonos de la radio porque efectúan su violencia en la oscuridad. Tú verás lo que haces, vienen a decir los integrantes de estos piquetes, pero al mes que viene caduca tu contrato y podemos renovarlo o no. Haz la huelga si quieres, estás en tu derecho, pero yo, con la reforma laboral en la mano, estoy en el derecho de despedirte cuando cojas un catarro. Hay otro piquete también muy disuasorio: el de la reducción de un día de salario a final de mes. Si a todas esas presiones le añadimos un despliegue policial desproporcionado en las calles, ir a la huelga constituye una heroicidad, sobre todo, ir a la huelga contra una reforma laboral que es en sí misma un piquete enormemente violento, pues deja al trabajador inerme frente a las veleidades del empresario.

Así las cosas, el 29M ha sido un éxito histórico de los sindicatos, que habían sido sometidos, por si todo lo anterior fuera poco, a una campaña de desprestigio sin precedentes en los días anteriores a la huelga. Recuerdo haber oído en una tele que Cándido Méndez llevaba un reloj de miles de euros, un reloj que él mismo mostró en otro programa explicando que se trataba de un regalo de los sindicatos italianos. Como los que regalan en la tele. Fueron tantas las informaciones falsas o malintencionadas vertidas sobre CC OO y UGT que hasta un servidor, muy crítico con determinadas posiciones sindicales, sintió la necesidad de acudir en su apoyo.

Todo estaba, pues, en contra del éxito de la huelga general, que sin embargo salió adelante. El Gobierno puede ignorar lo que eso significa. Puede desatender el malestar que se percibe en la calle y en el interior de los hogares, puede hacerlo, y parece dispuesto a ello. Pero cometerá un grave error, pues dará la impresión de que gobierna para intereses foráneos más que para intereses españoles. De otro lado, Rajoy no debería olvidar que los sindicatos están vehiculando de manera extremadamente sensata un disgusto social que crece y que empieza ya a superar al miedo. Renunciar a las prestaciones de ese vehículo es suicida.


http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/03/31/variedad-piquetes/395585.html