ALMUDENA GRANDES 31 DIC 2012 El País
Empezamos mal, lo sé. La detestable herencia de
2012 proyecta una borrasca de negros nubarrones sobre nuestras cabezas. Hemos
dado sangre, sudor y lágrimas, a cambio de más sangre, de más sudor y de más
lágrimas, pero todavía quieren más, aún dicen que no es suficiente. Que, de
momento, no van a subir el IVA, así que lo subirán. Que quizás ha llegado el
día de revisar el derecho a la huelga, así que lo limitarán. Que tanta
manifestación da muy mala imagen de nuestro país, así que buscarán una fórmula
para seguir despojándonos de nuestro patrimonio, vendiendo empresas públicas,
desmontando servicios, deteriorando la democracia y endureciendo las
condiciones de vida de los más débiles, sin que la gente salga a la calle a protestar. Ahora
la estupidez sucede al crimen. Nada tan oportuno como este viejo
verso de Luis Cernuda para saludar al año que empieza.
Y sin
embargo, yo les voy a pedir que sean felices. Que busquen en su interior la
llama de una ilusión pequeña, pero tenaz, y la alimenten con mimo durante los
365 días que nos esperan. Que se cuiden, y cuiden a los que tienen cerca. Que
sonrían a los adultos, que les hagan cosquillas a los niños. Que canten viejas
coplas, alegres o nostálgicas, y bailen agarrados, que se besen mucho, todo lo
que puedan, y se esmeren en cocinar platos sabrosos, barrocos, para
disfrutarlos juntos en mesas vestidas con manteles blancos. Que aprovechen las
mañanas de sol y las tardes de lluvia. Que se muestren orgullosos de su amor.
Que lo derrochen.
La amargura
nos hará débiles. La indiferencia, la desesperanza, la desunión de las
víctimas, fortalece siempre a los culpables. No lo consientan. No les dejen
entrar en su casa, emborronar sus paredes, secar sus macetas, acechar el sueño
de sus hijos. Sean fuertes, por favor, y sean felices. Porque la felicidad es
la mejor manera de resistir.